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DÍA PARA RICOS, DÍA PARA REVOLUCIONARIOS

El hotel Nacional de La Habana parecía un club de la Riviera francesa a menos de 24 horas de empezar el desfile del Primero de Mayo. Sobre el césped había mesas blancas, rubias, camareros de etiqueta y sombrillas de marca, y por los jardines paseaba un público de millonarios, turistas y ricos rojos que llevaban gorras y bermudas de mucha pátina. Abajo, en el malecón, cientos de miles de cubanos siguieron con fervor revolucionario la primera carrera de lanchas rápidas Off Shore de este campeonato del mundo en el que sólo participa gente de mucho dinero. Fue un domingo de símbolos y despropósitos. Desde el Castillo del Morro, Fidel Castro, vestido de verde oliva y acompañado de empresarios de Tabacalera y otras firmas extranjeras, saludó a la embarcación de los Emiratos Árabes Unidos que ganó la carrera, la Victory 2, pilotada por Al Tayer y el puertorriqueño Félix Serralles. Luego recorrió en su Mercedes el área del malecón que fue escenario de los disturbios del 5 de agosto, en esta ocasión abarrotado de gente que vitoreaba a los corredores y bebía coca-cola en los quioscos del paseo. Frente al monumento al Maine, a la hora de los trofeos, el mandatario cubano repartió besos y firmó autógrafos a un buen número de millonarios que vinieron a Cuba a seguir la carrera. El italiano Mauro Ravenna, organizador de la prueba, entregó a Castro un cheque de 25.000 dólares para los niños cubanos donado por el equipo subcampeón, tras lo cual entonó vivas a la revolución y al Che Guevara. "Gloria para el comandante Pidel Castro", gritó Ravenna por. un micrófono, seguido por una corte de gente guapa y cubanos de la nueva clase pudiente, formada por representantes de firmas turísticas y empresas extranjeras, quienes entonaron la canción de Carlos Puebla que dice: "Aquí se queda la clara, la entrañable. transparencia de tu querida presencia, comandante Che Guevara", interpretada por la banda de la Marina de Guerra. A la mañana siguiente, por las calles de La Habana caminaron algunos milicianos y viejos militantes para participar en el desfile del Primero de Mayo en el Parque Central, en La Habana vieja. Fue un desfile modesto, que no contó con la .presencia de Castro, aunque sí de su hermano Raúl. Unos 5 000 cubanos protagonizaron un desfile simbólico, en el querojas, ikurriñas y algunas hoces y martillos. Y mientras el secreta rio general del único. sindicato cubano, Pe dro Ross, decía en un discurso que en estos momentos de crisis y reformas económicas había que promover la conciencia y reforzar la ideología para frenar el impacto de los evitar que se desarrollasen "el privilegio" y la "corrupción", algunos ricos se le vantaban con resaca de champaña, como en un club de la Riviera-

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