¿Promesas de barro?
La historia del Mundial juvenil, está repleta de estrellas rutilantes y grandes desengaños
El reto consiste en convertir cuentos de hadas en historias para adultos. El Mundial juvenil despierta ilusiones y suministra mercancía fresca a los intermediarios, pero no suele ser una bola de cristal fiable. En trece días, la selección española ha resumido las casi dos décadas de historia que ostenta el torneo. Goleó, entusiasmó y nos convenció de que el futuro ya estaba escrito. Luego la selección argentina dictó con tono seco un juego más adulto y abrió interrogantes sobre la solera de la nueva cosecha, tal vez relacionables con el informe que denuncia las carencias españolas a la hora de educar a sus superdotados.La historia que empezó en Túnez en 1977 provoca idénticas dudas. Países como Qatar o Ghana -finalistas en 1981 y 1993- no logran aparecer en las parrillas de salida en competiciones de mayor cilindrada. Los futbolistas que deleitan en el Mundial juvenil, a veces no son aptos para el fútbol adulto, pero hay excepciones.
Sin embargo, a lo largo de su historia el Mundial juvenil ha dejado huellas imborrables.
El primer torneo en 1977. Honduras acudió a Túnez con el equipo que posteriormente causaría furor en el Mundial de España en 1982. España jugó con Buyo, Urkiaga, Gallego y gran parte de lo que Vujadin Boskov llamaba la Quinta de los García. Sin embargo, en la selección soviética que ganó la final por penaltis a México, sólo suenan los nombres de tres defensas: Baltacha, Bessonov y Khidiatulin.
El equipo de Maradona. El torneo de Japón-79 fue apoteósico. Argentina lo ganó no sólo a través de la magia del joven Maradona, sino también por el talento de Ramón Díaz, Barbas, Rinaldi y Calderón. Deslumbró tanto que echó sombra sobre algunas selecciones que también ponían cimientos. España se desplazó a Japón con Cedrún, Tendillo, Marcos, Marián y Rojo. Zavarov fue el mejor de la URSS, que perdió la final ante Argentina.
El guión de 1983. El guión de 1981, un torneo que no dejó rastro, se repitió en 1983. Suenan los nombres de Jorginho, Dunga y el suplente Bebeto en la selección brasileña, que venció a la argentina ante 105.000 espectadores en el Estadio Azteca de México. En las filas del subcampeón, la mayor proyección posterior corresponde al portero Islas y a Gabrich por el mero hecho de haberse convertido en un capricho de Menotti durante su estancia en el Camp Nou.
El subcampeonato español. La selección española, que no se había clasificado para el torneo de México, viajé a Moscú en 1985 y marcó un hito al conseguir el subcampeonato del mundo. Perdió la final por un ajustado 1-0 ante Brasil. Los componentes fueron: Unzué, Lizarralde, Tirado, Arozarena, Mendiondo, Marcelino (Nayim), Fernando, Rafa Paz, Gay, Losada y Goikoetxea (Francis). Las edificaciones sobre las teóricas piedras angulares se reducen a los ocho partidos de Fernando en la selección absoluta y los siete que ha jugado Rafa Paz, dejando a Goikoetxea como solitario cumplidor de promesas.
El torneo de 1987. Yugoslavia ganó con una selección de mecha larga y detonación retardada por la fragmentación del país. La plantilla contaba con Brnovic, Jarni, Pavlicic, Jankovic, Prosinecki, Boban y Suker. En la selección alemana que perdió la final únicamente Móller y Witeczek -suplente en el Bayern- se escapan del anonimato.
La ascendencia portuguesa. España volvió al escenario en 1989 con un equipo que venció a Argentina para luego perder ante Irak y Noruega. Una vez más, la proyección internacional, de los convocados ha sido muy limitada, destacando nombres. como Cañizares, Ferrer, Lasa y Solozábal en la retaguardia mientras los encargados de otros departamentos -Billabona, Urzaiz, Moisés, Pinilla...- se han ganado promociones de menor grado. Urzaiz repitió en Portugal en 1991, al lado de jóvenes como Alfonso, Oscar, Pier y Cuéllar, en la selección que fue eliminada tras una derrota por 3-1 ante la Unión Soviética en los cuartos de final. La selección portuguesa, que llenó el Estadio da Luz para disputar la final ante Brasil (ganó por 4-2 en la tanda de penaltis tras un empate a cero), bautizó a Peixe, Figo, Joao Pinto y Rui Costa, hoy muy cotizados.
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