El poderoso enviado de CC OO
Las bases aseguran que UGT sigue funcionando pese a la crisis de su cúpula
A dos pasos de la ciudad escolar donde se celebró ayer el congreso de UGT hay una residencia de la tercera edad. Intrigadas por el gentío, dos ancianas se acercaron hasta el recinto y, tras hacerse informar por un sindicalista acerca de la razón de tanto barullo, emitieron su veredicto: "Lo que hace falta es que se unan las izquierdas".
Pero las izquierdas no andaban muy unidas ayer, con unas federaciones apoyando a Méndez, otras regiones vitoreando a Lito, los delegados comiendo bocadillos sin mezclarse con el resto de los militantes, y un candidato de la ejecutiva del sector crítico que no pudo ni entrar a la sala del plenario porque no era delegado. Para colmo, el camarero de la cafetería era de Comisiones.
"El afiliado ve todo esto como una cosa aberrante", se lamentaba Manuel Monleón, secretario de política institucional de la unión comarcal de L'Hospitalet. El congreso, según Monleón, ni va a cambiar la forma de hacer sindicalismo, ni va a cerrar la brecha abierta en el seno de la UGT, ni va a resolver la cuestión del liderazgo. ¿Lito o Méndez? "Lo mismo da uno que otro: han ido a buscar sillas".
Pero sillas no hubo para todos. Juan José Llorente, candidato a la secretaría de comunicación e imagen en la lista de Lito, no pudo entrar al plenario por no ser delegado. Llorente formaba corrillos en los aledaños de la sala y explicaba su situación a la audiencia: "Fuimos víctimas de una clara manipulación en el congreso de químicas". La gente le aplaudía. "Lo suyo sería que los candidatos estuvieran dentro de la sala", opinaba Teresa Cabasés, de la federación de jubilados y pensionistas.
En apoyo a Llorente, varios representantes de la federación de químicas de Castellón, encabezados por su secretario general, Lluis Lleó, desplegaron una pancarta en la que podía leerse: "El que avisa no es traidor". Lleó lo explicaba así: "Nuestro comité de Castellón decidió apoyar a Lito, pero nos impugnaron el congreso extraordinario y loscuatro delegados que nos correspondían se quedaron fuera". El resultado fue que los 52 delegados de químicas apoyaron unánimemente a Méndez. "Pero nosotros avisamos que íbamos a apoyar a Lito", dice Lleó, "y aquí estamos apoyando a Lito, aunque sea desde fuera".
Para José María Roca, secretario de formación del Metal de Barcelona, la crisis que ha conducido al congreso extraordinario no ha entorpecido mucho la actividad del sindicato. "La acción sindical funciona en las empresas", dice, "porque los trabajadores conocen a los delegados sindicales, y saben que son gente honrada y competente". Pero la herida abierta no cicatrizará tan fácilmente, según él. "Debería haberse planteado una tercera vía", explica, "porque ahora hay una línea muy clara, y, o estás a este lado, o estás al otro".
Manuel Monleón está de acuerdo en que el sindicato sigue funcionando a pesar de las tormentas en su cúpula. Asegura que las elecciones sindicales han ido bastante bien para UGT, pero no por los dirigentes, sino por los delegados de las empresas y las uniones comarcales. "Sin ellos", aseguró, "habría sido algo desastroso". También coincide en señalar que la crisis no va a quedar zanjada con un mero apretón de manos. "Van a rodar muchas cabezas en algunas uniones territoriales", asegura, y señala como objetivo llegar al siguiente congreso ordinario con un proyecto claro y unitario.
Con crisis sindical y todo, los mayores malentendidos de la jornada de ayer ocurrieron a la hora de comer. Los delegados dedicaron notables esfuerzos al mediodía para intentar entrar en la cafetería de la ciudad escolar, pero fueron rechazados tenazmente por el camarero. "¿Podemos comer aquí?", preguntaba un grupo de delegados. El camarero les miraba la acreditación y les mandaba para fuera: "Los señores delegados, al comedor general al lado del hall". "¿Podemos tomar una cerveza?", preguntaba una segunda partida de delegados. "Ni agua", respondía el camarero, "que esto es sólo para comer, excepto los delegados, que comen al lado del hall". El camarero acabó reconociendo que era de Comisiones.
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