_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Podemos

No podemos obligar a los partidos políticos a que realicen actuaciones sensatas y dejen de efectuar declaraciones imbéciles. No podemos presionar al Gobierno para que le apriete las tuercas a Obiang hasta democratizar su país. No podemos evitar las carnicerías en África. No podemos hacer que Jack Ryan deje en paz a los cultivadores de hojas de coca de, Bolivia para enfrentarse al peligro inminente con que, sangrientamente, juegan sus patriotas, empezando por Oklahoma. No podemos averiguar si el Fondo Monetario Internacional es más o menos incompetente que Pedro Solbes. No podemos detener el martirio de Sarajevo. No podemos convencer al Señor para que se meta en el corazón de los faraones de Kas para que les ablande el corazón, o simplemente les ponga uno. No podemos acompañar a los guerrilleros de Chiapas en su desigual encuentro con la criollada gobernante. No podemos saber quién miraba para otra parte mientras se allanaba la casa de Garzón. Por no poder, ni siquiera podemos convencer a Robert Redford para que me telefonee.Pero sí podemos cambiar de canal cada vez que en pantalla apareza el infecto especimen racista y xenófobo con sede en el sur, cuyo nombre me niego a escribir por respeto a nosotros. Sí podemos, los bien nacidos aficionados al fútbol -incluidos los de su propio club-, dejar de asistir a los estadios hasta que el especimen se cubra la cabeza con ceniza y se meta en un profundo agujero. Sí podemos no babear cuando, en su condición de alcalde -electo: sí podemos no elegirle-, celebra los matrimonios más horteras que se han producido bajo la capa del cielo. Podemos, incluso, no casamos. Podemos cambiar de acera cuando se nos cruce, y escupir, eructar, hacer cuernos con los dedos y airosas butifarras -vulgo corte de mangas- con los brazos cuando alguien lo hombre en nuestra presencia.

Y así, tacita a tacita, quién sabe si acabaremos pudiendo con todo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_