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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Berlusconi resbala

SE PUEDE discutir si las elecciones regionales, provinciales y locales celebradas el domingo en Italia son o no un triunfo de la izquierda en el plano político. El concepto mismo de este bloque resulta demasiado frágil en un panorama en el que la Liga Norte se mantiene como una mina flotante, siempre dispuesta a explotar en las manos de quien trate de llegar a un acuerdo con su imprevisible líder, y del que también forman parte los marxistas de Refundación Comunista. Parece difícil que cualquiera de estos grupos cierre en tiempo razonable los acuerdos con ex comunistas, ex socialistas y ex democristianos necesarios para plantear una alternativa de centro-izquierda susceptible de Imponerse en unas elecciones generales. Aunque el crecimiento del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), que se consolida como la primera formación del país, Podría significar que los electores son capaces de hacer sus propios cálculos y de crear un bloque victorioso independientemente de lo que le aconsejen los cuadros políticos.Pero de lo que no hay duda es del fracaso que las elecciones han supuesto para el llamado Polo de la Libertad, y muy especialmente para su líder, Silvio Berlusconi, que había convertido estos comicios en un plebiscito para la celebración inmediata de elecciones generales. Las urnas indican que los dispuestos a aplazar la consulta hasta que se reorganice el sistema que confiere al ex primer ministro un discutido predominio sobre las televisiones son bastante más numerosos que los empeñados en que se vote en junio. ¿Puede el Polo en estas condiciones seguir denunciando "el secuestro de la democracia" y el robo del Gobierno por los derrotados en las elecciones generales de 1994?

Se ha visto que la derecha no crece, por lo que unas elecciones anticipadas no resolverían el problema de un Parlamento muy dividido. Es verdad que, en principio, el Polo de la Libertad es hoy más homogéneo que cuando se apoyaba en la Liga y que, pese a la salida de ésta, retiene la misma cuota de votos. Pero la incorporación del ala derecha del Partido Popular Italiano (PPI) no ha tenido el efecto que Berlusconi preveía de llevar a la derecha por encima del 50%. Del mismo modo, Alianza Nacional tampoco crece, como esperaba, tras abjurar del fascismo.

La omnipresencia de Berlusconi como imagen y factótum del Polo impiden considerarle ajeno a estos fracasos, aunque no conciernan estrictamente a su partido. Hace 18 meses, el líder de Forza Italia fue recibido como el maná por los millones de italianos que identifican en la izquierda el principal peligro. Hoy parece claro que la dramatización personalista que Berlusconi introduce en los problemas -por ejemplo, cuando presenta los intentos de reorganizar el sistema televisivo como un compló comunista para expropiarle-, su falta de seriedad cuando habla de Lamberto Dini como de su mejor amigo y le trata a continuación como el fantoche de los rojos, y la histeria que ha introducido en la política italiana empiezan a espantar a: los moderados.

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