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FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN

El Depor se reencuentra con su destino

El Oviedo acaba con las últimas esperanzas coruñesas de alcanzar al líder

Xosé Hermida

El Deportivo se reencontró con su malhadado destino. Todas las grandes frustraciones de los coruñeses se han escrito en los últimos minutos de los partidos, desde el célebre penalti de Djukic hasta la eliminatoria de la UEFA perdida en Dortmund hace cinco meses. Ayer la vieja fatalidad visitó de nuevo Riazor, probablemente para enterrar las últimas esperanzas deportivistas de optar al título. Con el Oviedo con 10 jugadores y defendiéndose para evitar el tercer gol gallego, una ráfaga imprevista sacudió el partido a falta de cinco minutos. Prosinecki se encontró un balón en el área y empató un encuentro del que el Oviedo había ya escapado. Los coruñenses sólo pueden esperar a que la burocracia tuerza el resultado, si prosperase la demanda de la federación croata, que pide la derrota por decreto del Oviedo como castigo por alinear a Jerkan y Prosinecki, convocados para Croacia.El Oviedo complicó la vida seriamente al Deportivo en los primeros minutos. El partido tuvo un comienzo extraño que marcaría su discurrir posterior. Uno de los aspectos mas sorprendentes del fútbol es la posibilidad de que cualquier detalle, por marginal que parezca, desencadena acontecimientos decisivos. Ese detalle fueron los dos cornetes que había lanzado ya el Oviedo cuando iba sólo un minuto de partido. Los asturianos se envalentonaron y agarraron el encuentro durante un cuarto de hora. Incluso Oli tuvo el gol a tiro, pero Liaño respondió ágilmente a su disparo cruzado.

El Deportivo necesitó aplicarse en la presión para desenmadejar el partido. Aunque se hizo con la pelota, le faltó precisión en el manejo. El Oviedo estaba muy bien organizado y los de Arsenio abusaban del balonazo, perdidos en un cierto desorden. Hasta que Fran y Aldana se metieron en faena. Las exhibiciones del capitán blanquiazul se están convirtiendo en rutina desde hace muchas jornadas. Hoy por hoy el Deportivo es de los pocos equipos españoles cuyo futbolista más desequilibrante no es extranjero. En La Coruña, los partidos los decide Fran.

Con todo, el Deportivo necesitó un empujoncito para abrir el marcador. Se lo dio el árbitro, al conceder un gol de Salinas en flagrante fuera de juego. Los gallegos no desaprovecharon la situación y tres minutos después Bebeto confirmaba su racha goleadora. Nadie podía sospechar entonces los sobresaltos que aguardaban para la segunda parte.

El Oviedo volvió a salir desaforado en la reanudación, aunque esta vez no se limitó a amagar. Oli transformó una preciosa volea con la zurda y dejó el partido preñado de incertidumbres. Otra vez el árbitro torció el camino del Oviedo, con una tarjeta muy discutible a Armando que le costó la expulsión. A partir de ahí, el partido se convirtió en un monólogo. El Deportivo comenzó a disfrutar y el tercer gol se anunció con estruendo. La defensa del Oviedo sacó bajo los palos un tiro de Nando, Mora hizo dos fantásticas paradas a remates de Bebeto y Donato y Fran lanzó por el centró de la portería cuando se encontraba solo.

El precio que pagó el Deportivo por la esterilidad de sus lanzamientos fue desorbitado. El Oviedo parecía muerto y encerrado, hasta que a falta de cinco minutos la defensa local se enredó para despejar un balón que acabó a pies de Prosinecki. El croata la elevó sobre un mar de cabezas sin que Liaño lograse sacarla en el último centímetro. Una maldición colectiva retumbó en las gradas. El Deportivo ya no levantó cabeza, mientras el Oviedo rondó incluso la victoria en un impresionante disparo de Prosinecki desde 35 metros. Parece ya un destino histórico: los últimos minutos nunca serán del Deportivo.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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