Activo y con don de gentes
Andrés Crespo Arias tenía 45 años. Nació en Membrilla (Ciudad Real). Con 20 años se trasladó, junto a sus dos hermanas y sus padres, a Madrid. Según sus amigos, siempre trabajó como agente en varias empresas. Antes de en cargarse de la dirección comercial de una fábrica de joyas, ocupo el cargo de vendedor para una multinacional de productos de venta a dornicilio. Los amigos y ex compañeros de trabajo de Andrés Crespo no entienden cómo su vida se ha cerrado de forma tan trágica.Andrés Crespo, fornido, de 1,85 de estatura, vivía desde hace algunos años con Marisol Modes, "una mujer atractiva, rubia", dice una vecina suya, "en un confortable apartamento del piso 4º C de Potosí, 8. No tenían hijos. Años atrás, él había convivido con una mujer colombiana", agrega. Era un hombre extravertido, conocido por su carácter jovial y alegre. "Siempre me saludaba en la escalera", dice A. Ozores, que vive en el piso de abajo del secuestrado. "Entraba y salía constantemente, día y noche, y desplegaba mucha actividad", añade un empleado de la finca.
Las personas que le trataron en los últimos años en la empresa Vadacris le recuerdan por "sus ganas de vivir y su don de gentes". También había sido presidente honorario, durante varios meses, de la Asociación Sindical de Representantes del Comercio de Madrid, en Diego de León, 58.
En su círculo de amistades ha sorprendido su secuestro y la demanda de rescate. Tenía un apartamento en Potosí, donde vivía desde hace 12 años; dos automóviles, un Mitshibusi Montero y un Volkswagen Golf; así como una moto Yamaha, adquirida hace seis años, con 12.758 kilómetros en su marcador. "Pero nunca tuvo tanto dinero como para reunir un millón de dólares [el monto del rescate]", señala Aurelio, un amigo al que conoció en la fábrica de joyas Vadacris.
Otro de sus compañeros comenta: "En estos cuatro años, nunca le he visto presumir de dinero o de fortuna; en ese sentido, nunca escuchamos nada". Tampoco saben que su familia manejase una amplia fortuna. "Que sepamos nosotros, eran gente acomodada, pero nada más", señaló uno de sus ex compañeros. "Igual tenía algunas tierras en el pueblo, pero nada más", agrega un amigo.
Asimismo, les llama la atención que hubiese llegado a relacionarse con delincuentes. "Aunque hablaba con mucha gente y hacía amigos con rapidez, sabía seleccionar y enseguida esquivaba a las malas personas", destaca otro de sus antiguos compañeros. Andrés Crespo, en la actualidad, estaba en el paro; el 10 de enero abandonó la empresa a causa de una reajuste de plantilla. Allí se encargó hasta entonces de la selección de personal y de la coordinación del departamento de ventas.
El director de la empresa Vadacris le recuerda como un trabajador impecable: "Tenía unas condiciones fabulosas para su puesto. Era cabal, coherente y muy profesional. Sin embargo, tuvimos que hacer una reestructuración y precindimos de él por cuestiones económicas". Ninguno de sus allegados, consultados ayer, piensa que Andrés estuviese metido en asuntos sucios.
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