El Zaragoza hace historia
El equipo español rentabiliza un gol de Aragón y alcanza por primera vez la final de la Recopa
, ENVIADO ESPECIAL.En una noche para la leyenda el Zaragoza tramitó en Londres su tercera y más importante final europea de su historia. Lo hizo como los equipos de alcurnia, ante un rival con etiqueta inglesa en una plaza como Londres, un magnífico escaparate. Los aragoneses trituraron al Chelsea en La Romareda y resolvieron la eliminatoria en Stamford Bridge. París, sede de la final, recibirá el próximo 10 de mayo, a un equipo que en los últimos años ha asimilado un curso acelerado de buen juego. Es un conjunto con estilo, con unas señas de identidad que hoy por hoy le permiten disputar el trono español a los clubes de mayor rango. Brillante en España desde hace varias temporadas los jugadores de Víctor Fernández han resuelto con letras de oro su examen europeo.
Sólo una presunta bisoñez en torneos de alta escuela podía apartar al Zaragoza de su camino. Los clubes ingleses destilan poco fútbol, pero aún asustan a sus visitantes. Pero los aragoneses nunca se amedrentaron. Ni siquiera dieron lugar al topicazo del infierno de los primeros minutos, ese periodo que anuncia el contrario para la mordida. El equipo de Víctor Fernández salió de cara, con cierto aire lozano. Más dotado para el toque, para marcar el paso del choque, nunca estuvo asfixiado. Su defensa adelantada complicó la vida al trompicado centro del campo londinense. Superado el supuesto túnel de terror del primer cuarto, el Zaragoza se estiró. En sólo dos minutos, Higuera mostró parte del repertorio aragonés. Stamford Bridge dejó de rugir y el Chelsea acentuó su aire ramplón.
Buena parte del fútbol inglés sigue enganchado al cuaternario. Vive atrapado en su propia historia. Sus atributos son ancestrales, sólo conmueven en las Islas. Sus jugadores se alimentan del punterazo, el cabezazo y el codazo. Es un fútbol lineal, plano: barbilla arriba y el balón al área. Jamás busca el engaño. Ni el uno contra uno, ni el temple. El Chelsea es una fotocopia de todo el temario. Sus carencias son tan enormes como sus defensas centrales.
No obstante, tuvo el club londinense la dudosa destreza como de embarullar el partido. De tejer un duelo más físico que técnico, más sucio que cristalino. Así quedaron enredados Aragón y Nayim, las dos vías de escape del Zaragoza para congelar el partido, para dirimirlo a ras de suelo y no en las alturas.
El medio campo aragonés es el corazón táctico del equipo. El epicentro de un conjunto que se mueve casi siempre en vertical. A la búsqueda incesante de sus tres estiletes ofensivos -Pardeza, Higuera y Esnáider-. Tienen los tres un amplio sentido del juego, una habilidad extraordinaria para el desmarque, para alocar a la defensa contraria. Pero necesitan sustento. Y el puñal de Poyet, ayer ausente por lesión y relevado por Óscar, un jugador más asesado para la destrucción, con menos llegada que el uruguayo.
Con los zaragozanos tapados en el eje, poco a poco los ingleses afilaron las punteras. No crearon peligro, pero hicieron recular a la defensa maña. Se abrieron las líneas y el Zaragoza perdió el orden. En medio del dislate llegó el gol de Furlong. Fue un trazo acorde cori el encuentro: un despeje de Juanmi que se estrelló. en la espalda del fornido delantero londinense. Puro disparate.
Asistió entonces el Zaragoza a su peor trance. Tocado por la fatalidad se vio torpedeado durante unos minutos. El Chelsea intentó ahondar en la herida. Emergieron entonces Cáceres y Solana, ayer la pareja de centrales, y aplacaron la tormenta.
Resuelto el apuro, el gol de Aragón tras el descanso oxigenó la contienda para los maños. El Zaragoza se encontró de nuevo con un margen suficiente para algo más que soñar con París. Todo circulaba hacia un segundo tanto español cuando Hoddle, el entrenador-jugador inglés irrumpió en el terreno. A sus 37 años fue capaz de conducir por otros vericuetos a sus compañeros. Su presencia insufló el juego del Chelsea y de nuevo el partido viró de su lado. A pesar de las últimas embestidas la eliminatoria siempre estuvo en la mano del Zaragoza. Le faltó tono para mandar, para evitar algún que otro cosquilleo, pero siempre expuso mejor talante. El que le distingue entre la élite europea y le ha llevado al altar de la Recopa.
Allí le espera otro equipo londinense -el Arsenal-, una escuadra del mismo corte que el Chelsea, pero con más horas de vuelo. Repite en la final de la Recopa por segundo año consecutivo, pero el fútbol aún deja un amplio campo de maniobra a los equipos que tratan con delicadeza este juego.
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