El Madrid impone su autoridad
Los blancos doblegan la resistencia de un duro Amway
El Real Madrid esprinta. Ha llegado el tramo decisivo de la temporada y los blancos, siguiendo las directrices de su técnico, Obradovic, se han olvidado de las concesiones a los contrarios. No las hubo en los encuentros ante Limoges y Olympiakos que dieron al equipo madridista su octava copa de Europa, ni tampoco existieron ayer en el choque liguero contra el Amway, un rival que trato de amargar al campeón continental las efemérides de los últimos días.Consciente de que Turner es el motor del Zaragoza, Obradovic hizo un cambio en defensa, liberando a Antúnez de la ingrata labor y mandando a una de sus lapas, Garcia Coll, en persecución del director de juego del equipo maño. Pero Turner firmó un partido sensacional en todas las facetas y el escolta madridista fracasó en su trabajo de zapa.
El otro bastión del Zaragoza era Bannister, que sacaba a Sabonis lejos de la zona para superarle en velocidad en pentraciones hacia el tablero. En la otra canasta el lituano se tomaba la venganza con creces: los 15 puntos de Sabonis y los 14 de Arlauckas en la primera parte propiciaban la fuga del Madrid en su tercera intentona, que coincidía con el descanso, al que se llegaba con la máxima diferencia, 48-39.
No varió la tónica en la segunda parte. La igualdad siguió presidiendo el encuentro y Turner continuó sin estar de acuerdo. El mayor problema del Madrid, al margen del base de Memphis, era su propio desgaste. Eso hizo que las cosas se igualaran todavía más y que el campeón de Europa pasara por momentos de apuro, como cuando el Amway se puso por delante en el minuto 31 (56-57).
La virtud de los blancos, y esto es mérito de su técnico, es que ni en los peores momentos perdieron la concentración ni el espíritu defensivo. Espoleado por la soberbia defensa de Santos a Toolson, al que dejó en. sólo dos puntos, el Real Madrid aguantó estoicamente el tirón de los aragoneses. La vuelta a la cancha de Antúnez en lugar de un desacertado Lasa se convirtió en el aldabonazo que precisaban los blancos para asestar el golpe definitivo, rematado, por Sabonis.
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