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LA SUCESIÓN DE MITTERRAND

Chirac afronta la recta final de la campaña presidencial como gran favorito al Elíseo

Enric González

La campaña electoral francesa entra en su fase final. A partir de hoy, y hasta que el domingo próximo se cierren las urnas, no podrán publicarse más sondeos. Los últimos son concluyentes: el gaullista Jacques Chirac, alcalde de París, ha adquirido una ventaja casi definitiva sobre sus dos inmediatos perseguidores, el también gaullista Édouard Balladur y el socialista Lionel Jospin. Mientras Balladur y Jospin se disputan el derecho a enfrentarse a Chirac en el definitivo cara a cara del 7 de mayo, el alcalde de París perfila su propuesta de cambio y polemiza con el gobernador del Banco de Francia.

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Según Chirac, no se lucha contra el paro conteniendo los salarios. La intención de voto a Jacques Chirac en la primera vuelta ha subido hasta el 27,5%, la de Édouard Balladur está en el 19% y la de Lionel Jospin en el 19,5%, de acuerdo con un sondeo publicado ayer.Aunque hay aún muchísimos indecisos, hasta un 40% del electorado, y faltan aún dos votaciones y tres semanas para que se conozca el nombre del sucesor de François Mitterrand, va cristalizando la impresión de que Chirac será el elegido. Quizá como mal menor, dado el mediocre nivel de la campaña y la falta de ideas novedosas. En cualquier caso, es Chirac quien mejor ha sabido captar el deseo de cambio en la sociedad francesa. Y él mismo se siente ya lo bastante seguro de su victoria como para entablar una polémica con el gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet, máximo representante de la poderosa tecnocracia que Chirac promete doblegar.

Trichet lanzó esta semana una seria advertencia a todos los candidatos para que no cuestionaran la política de rigor salarial y moneda fuerte mantenida desde 1983. Chirac le respondió el viernes con dureza: "El señor gobernador no está ahí para indicar al Gobierno cuál debe ser la política económica", dijo el alcalde de París. "Yo sé bien", explicó Chirac a la emisora France-Info, "que algunos de estos adeptos al conformismo intelectual, presentes en todos los ámbitos, creen que no se puede luchar contra el paro si no se reduce el poder adquisitivo de los salarios desde ahora hasta el año 2000. Yo digo que eso es completamente absurdo económicamente, y socialmente injusto. Y me considero tan competente y titulado como esa gente [los tecnócratas] para hablar de ello".

Trichet, cuya amistad personal y comunión ideológica con Édouard Balladur son bien conocidas, quedó así advertido de que un futuro presidente Chirac no iba a aceptar consejos de la autoridad monetaria, independiente desde 1994. Balladur, no se sabe si como candidato, como primer ministro o como ambos a la vez, terció en el enfrentamiento y lamentó que Jacques Chirac polemizara "con un lenguaje ni responsable ni de futuro con el gobernador del Banco de Francia, encargado de defender la moneda". "Hay que saber evitar ciertas polémicas, incluso en campaña electoral", dijo Balladur, para quien la política propuesta por su enconado rival podría "situar a Francia ante un grave riesgo de aislamiento" respecto a sus socios de la Unión Europea.

Entre los más europeístas se teme que Jacques Chirac infrinja las normas de disciplina económica impuestas por el Tratado de Maastricht.

Garantías

El ex presidente Valéry Giscard d'Estaing le escribió hace unos días para exigirle garantías, y Chirac le respondió que, de ser elegido presidente, el déficit público se mantendría bajo control y Francia estaría en la cita de 1999 para la unión monetaria europea. Giscard se dio por satisfecho. En realidad, la futura política de Chirac no está nada clara. El propio candidato ha afirmado que no presentará su programa económico hasta pasada la primera vuelta. De sus tres principales colaboradores, uno es ultraliberal (Alain Madelin), otro antiliberal y nacionalista (Philippe Séguin) y un tercero, Alain Juppé, es europeísta y moderado.

La gama chiraquista es variada, y ha servido para que los apoyos a Chirac procedan de un amplísimo espectro: los límites están en el ultraderechista Frente Nacional (cuyo líder, Jean-Marie Le Pen, le califica de "socialista" y le promete que jamás tendrá uno solo de sus votos) y en la extrema izquierda, más allá del Partido Comunista. De momento, Chirac ha sabido convencer a muchos franceses de que su prioridad será la lucha contra el paro y la marginación, se ha ganado las simpatías de los jóvenes y ha enarbolado con éxito la bandera de las alzas salariales. Lo demás, el cómo y el cuándo, sigue siendo un enigma.

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