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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vuela el IPC

LA FUERTE subida del índice de precios en marzo, la mayor desde 1989, no sólo aleja el objetivo gubernamental de no superar a fin de año la tasa del 3,5%, sino que compromete la posibilidad de reducir este año la cota del 4,3% alcanzada en 1994. Ese registro fue el mejor desde que se elabora el IPC, pero supuso mantener en tomo a los tres puntos el diferencial con los tres países menos inflacionistas de la Unión Europea (UE). Esa distancia no sólo se mantiene, sino que tiende a aumentar en relación a nuestros principales competidores. Francia estaba en febrero en el 1,7%; Alemania, en el 2,4%, y el Reino Unido, en el 3,3%. Tras la subida del 0,6% en el índice del mes pasado, la tasa anual española se sitúa ya en el 5,1%, una décima por encima de la registrada en marzo de 1.994. Ello significa que no se han verificado las expectativas abiertas por el buen resultado de enero de finalizar el primer trimestre, una vez absorbidos los efectos de la subida del IVA, por debajo del 5%.Esa resistencia de los precios a estabilizarse en niveles compatibles con la mejora de la competitividad revela, a su vez, que los desequilibrios de la economía española siguen lastrando la recuperación: su intensidad y duración. El descenso. del paro en marzo confirma un crecimiento de la economía del orden del 2,5% o 3%, pero, de mantenerse la tendencia al alza de los precios, es seguro que se producirá una nueva subida de los tipos de interés, lo que ralentizará la recuperación y la creación de puestos de trabajo. Y, si los agentes sociales reivindican subidas salariales próximas a este nivel, de precios, estamos ante el riesgo de que se inicie una espiral inflacionista que destruya los efectos benéficos de la moderación de los costes laborales y acabe en un ajuste.

La fuerte subida de marzo es el efecto combinado de tres factores: el diferido del aumento del IVA y otros impuestos a comienzos de enero, cuya repercusión para el conjunto del año fue estimada por los expertos próxima al 1%; la devaluación de la peseta, que encarece los productos importados, y el alza de los alimentos, relacionados en alguna medida con la sequía. Respecto al IVA, se comprueba una vez más que intentar reducir el déficit por cualquier vía que no sea la reducción del gasto acaba repercutiendo negativamente en la economía. El gobernador del Banco de España ya indicó su desacuerdo con el criterio de compensar la rebaja de las cotizaciones sociales con subidas correlativas del IVA y otros, impuestos al consumo. Es pronto para calibrar el impacto de la devaluación de la peseta, pero es seguro que ha reforzado el negativo efecto de la sequía sobre los precios de los alimentos. Los no elaborados han subido el 1,7%, cuando en el mismo mes de 1994 bajaron dos décimas. El pollo, el aceite y la patata son los alimentos que más subieron.

La posibilidad de un descenso a partir de abril, invocada ayer por el secretario de Estado de Economía, se apoya en la convicción de que los efectos de la subida del IVA ya han sido absorbidos prácticamente en todos los sectores, y en la proyección de la evolución de la inflación el pasado año. Fue al comienzo del segundo trimestre cuando se inició el descenso de la tasa interanual, bajando ininterrumpidamente, con la excepción del mes de julio hasta diciembre. También parece improbable que vuelva a producirse una subida tan grande de los alimentos no elaborados, aunque los meses del verano suelen ser malos en ese capítulo. En contra del optimismo gubernamental, hay que consignar los efectos de las subidas de los carburantes en abril, por una parte, y la interrupción, por otra, de la tendencia a la moderación en los precios de los servicios observada en el primer semestre de 1994. En los tres primeros meses de este año, los servicios han crecido en conjunto una décima por encima del índice general. Así están las cosas.

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