El Madrid recupera el aire
El equipo de Valdano sale de la crisis frente a un buen Zaragoza
El Madrid salió de las sombras para darse un partido hermoso y optimista. Después de un periodo de dudas y juego plano, recuperó el estilo y los goles. Lo hizo frente a un equipo de ley, rebajado quizá por la fatiga de su hazaña ante el Chelsea. El Zaragoza tuvo los detalles de los equipos buenos y una actitud firme. Buscó el partido y no lo encontró, pero confirmó que tiene fútbol y futuro.Las expectativas eran muy altas en Madrid. Se reunían dos conjuntos sostenidos por un criterio común: la buena atención a la pelota y una vocación liberal del juego, porque en esto del fútbol también hay ideologías. La perspectiva se abría para un partido suelto, de ida y vuelta, amable con el público, que se congregó masivamente. El prólogo se sustanció en un encuentro que tuvo varios capítulos y un final espléndido del Madrid, que salió revitalizado después de varias jornadas de oscuridad.
El juego estuvo dividido antes y después del primer gol madridistas. Siempre tuvo el Madrid una apariencia ligeramente superior en ese tramo, que se prolongó durante una hora, hasta el error decisivo de Belsué en el segundo tanto. Ese punto de superioridad podía registrarse en la proporción de ocasiones. Por cada una del Zaragoza se producía una del Real Madrid. El dato también explicaba que el partido tenía mucho viaje y que el gol era posible en las dos porterías.
El corte del partido invitaba a acciones como la del primer gol, una jugada sencilla y hermosa, con un poco de todo: el regate eléctrico de Amavisca, el centro al segundo palo, el salto poderoso de Zamorano, su dejada y el remate certero de Raúl. El único tachón fue de Juanmmi, que midió mal la salida. Pero el dibujo del gol fue perfecto.
Se abrió una crisis a continuación. El Zaragoza se rehízo y llevó la pelota al campo madridista. Fueron los mejores momentos de Aragón, un futbolista que merece crédito y atención. Siempre ha sido un jugador de clase, con criterio y recursos, pero en el Madrid nunca encontró el entorno apropiado. En el Zaragoza se ha encontrado el hábitat para progresar. Se siente importante y su fútbol tiene trascendencia. Más tarde, cuando el partido, viró a blanco, Aragón perdió presencia, pero ocurrió con todos los jugadores del Zaragoza.
Los mejores momentos del Zaragoza se advertían por la amenaza de su juego. Llegaba Poyet con todo desde las profundidades del centro del campo y aparecía Higuera para notificar su clase. Cafú, no. Pasó una mala tarde en la banda derecha, sin nada que decir, desubicado, fuera de la mecánica del equipo. Esa fase del encuentro tuvo más detalles que cuerpo. Había imperfecciones en los dos equipos, pero daba tiempo a valorar el talento de varios jugadores. El más valioso fue Sanchis, que tuvo un aire baresiano. Y como con la pelota es mejor que el astro del Milán, Sanchis terminó aclamado por la clá.
Con todas sus impurezas en la primera parte, el Madrid tenía una onda más vital que en los partidos anteriores. El equipo encontraba los caminos correctos con más facilidad, sin el estreñimiento anterior. En este aspecto, Raúl volvió a salir agrandado del partido. Ahora estamos ante el proyecto de un gran delantero, pero futbolista ya lo es. Y de los buenos. Ese cuerpo menudo está cargado de intención y gol. No es casualidad que la mayoría de sus ocho goles hayan sido primerizos.
Raúl es de estos que aparece para matar en los momentos decisivos, cuando los partidos se anudan. Marcó, el primero, como casi siempre, y protagonizó una de las dos jugadas del partido. Tomó el balón en el medio campo del Zaragoza, le tiró un caño prodigioso a Cáceres, superó al portero con un regate largo y cayó derribado en el área por Cafú. El asunto duró tres segundos, pero la jugada fue memorable. Zamorano tiró fuera el penalti y dejó el partido en ¿I mismo lugar incierto.
La última media hora, sin embargo, fue un modelo de precisión madridista. El único que salió por la puerta de atrás fue Martín Vázquez. La incomunicación habitual entre el jugador y la hinchada derivó ayer hacia la irritación del público, que le hace pagar su atribulado paso por el Madrid y su próxima marcha. El jugador, que es afectadizo, se sintió huérfano en el campo y se enredó en una confusión galopante. Es triste que un futbolista de su clase salga sin el aprecio de la gente y con un sentimiento abierto de frustración.
El segundo gol, alentado por un error clamoroso de Belsué, levantó definitivamente al Madrid y derrumbó al Zaragoza. Se apreció entonces la fatiga aragonesa. Se quedó el partido para los madridistas, que necesitaban ese tiempo para darse un baño de alegría, la mejor terapia posible de un mediocre mes de marzo. Chamartín vivió la fiesta en la última media hora, ayudada la afición, entre otras cosas, por el impresionante gol de. Dubovsky, otro jugador que saldrá del Madrid sin destapar su espléndido muestrario. Son cosas de este juego. Pero al menos dejó para el recuerdo el tirazo enorme del tercer gol, recibido en el estadio con una algarabía indescriptible. Dubovsky, un eslavo retraído y tibio, sintió por fin el abrazo de la hinchada. Era un hombre feliz en una tarde que vio la revitalización de su equipo.
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