Columna indignante.
Me ha indignado leer la columna de Rosa Montero del 28 de marzo. Esta señora o señorita hace tiempo que viene ensalzando el hacer del juez Garzón al tiempo que criticaba a quien no pensaba como ella, así como a los encausados. Pero ya sólo criticar no le es suficiente y llama sinvergüenza a todo el mundo; pues bien, hasta aquí llegó la tolerancia, al menos por mi parte. Rosa Montero se equivoca de periódico y de fecha: ni este periódico es el Abc ni estamos en 1939, así que debe olvidarse de osar imponer sus ideas por el hecho de gozar del privilegio de manifestar sus pensamientos en el mejor diario de España. Debería saber que su juez, su ídolo justiciero, también sufre resbalones, de los de darse de bruces y de los otros; caso Nécora y Al Kassar, por ejemplo, cuya instrucción, corrió a cargo de su juez y todos han sido absueltos y puestos en libertad, lo que supondrá un coste al Estado, o lo que es lo mismo, a ella, a mí, a todos y a cada uno de los españoles, en cantidad incalculable. Parece que la máxima de este juez es la de todos ala cárcel, y después ya veremos...Rosa Montero debería saber que su admirado juez pidió, no menos de tres veces, ser ministro del Interior, que no atendió Felipe González. Hablo en tiempos de su permanencia en el Gobierno del PSOE. Éste es un dato de un artículo de Juan Luis Álvarez y Rafael Gómez Parra, en Interviú (16 de mayo de 1994) después de su dimisión. El artículo no tiene desperdicio; estos periodistas cuentan que, según su consorte político, "Garzón, a pesar de parecer un hombre de carácter muy fuerte, tiene reacciones muy infantiles, y sobre todo un egoísmo tan atroz que le impide ver los problemas que surgen a su alrededor". Hay más lindezas que adornan a su admirado juez, pero que, obviamente, por falta de espacio, no puedo enumerar. Le sugiero que lea el artículo; le sentará bien.
Nada más. Sólo recordar a Rosa Montero que la fecha es 1995, y el Gobierno, elegido por mayoría de la voluntad de los españoles, que todos, tenemos derecho a opinar, incluso lo contrario que ella, pero, eso sí, ¡sin insultar!, y mucho menos cobrar por ello.-
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