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La policía desaloja un colegio 'okupado' tras su cierre

Los okupas que hace un año tomaron el antiguo colegio de Abraham. Lincoln (distrito de Latina) fueron desalojados ayer por la policía, por orden judicial, tras una denuncia de los dueños del inmueble. Pese a la ausencia de incidentes, ya que los jóvenes adoptaron una actitud de resistencia pasiva, los agentes realizaron 10 arrestos por "desobediencia a la autoridad". El centro cerró a comienzos del curso 1992-1993 y tres meses después entraron una decena de jóvenes, algunos de los cuales vivían en él y además celebraban conciertos y otras actividades.

Una veintena de antidisturbios se apostaron a las diez de la mañana junto al edificio, situado en la planta alta de una galería de alimentación, en la calle de Illescas, 1, en Campamento. Seis jóvenes estaban en el colegio y otros tantos encadenados a la entrada. Muchos vecinos, curiosos y una veintena de simpatizantes del movimiento okupa se arremolinaban cerca.La policía sacó a rastras a los encadenados sin que ofrecieran resistencia. Algunos fueron arrestados y otros no. A las doce de la mañana, los encerrados fueron sacados directamente desde el colegio en dos coches policiales. Iban cubiertos de pintura, para poder demostrar si la policía les golpeaba con las porras. Los agentes impidieron a los medios gráficos filmar el traslado de los jóvenes, aunque ellos tomaron imágenes. Los 10 detenidos pasaron anoche a disposición del juez, después de que éste considerase procedente la petición de habeas corpus solicitada por el abogado de los jovenes.

Todos hablaban del incendio que sufrió el colegio la noche anterior en circunstancias que aún no están claras. Intervenieron los bomberos, el edificio quedó chamuscado y el agua provocó humedades en varios puestos del mercado.

Los okupas aseguran que estaban moviendo muebles para impedir el paso de la policía y que, de repente, se fue la luz y comenzó a salir humo. Niegan que ellos prendieran fuego al recinto: "Intentamos apagarlo con un extintor de la gasolinera cercana y avisamos a la policía y a los bomberos". Endika Zulueta, su abogado, reitera esta versión y asegura que él estaba allí cuando ocurrió.

El fuego ha dañado la imagen de los okupas, ya que algunos vecinos quedaron convencidos de que eran ellos los culpables. A Fernando García, letrado de la empresa Minimerca, dueña del inmueble, le parece sospechoso que se declare el fuego justo en la víspera del desalojo. "Cuando entraron los okupas pensábamos alquilar el inmueble", asegura García. Los jóvenes afirman que llevaba años abandonado. Los vecinos apoyan la versión de los propietarios.

En el vecindario las reacciones eran encontradas. "No se meten con nadie", aseguraba la mayoría. "Pero sus pintas dan para. atrás; luego están los ruidos de los conciertos de los viernes y de cuando ensayan", decían algunos. "Hemos intentado sin éxito que el barrio participara en nuestras actividades y también procurábamos limitar la duración de los conciertos", afirmaban los okupas, cuyas actividades se anunciaban por barrios como Lavapiés.

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