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"Cerraron el aeropuerto esta mañana"

Se han quedado los misioneros, dicen los españoles evacuados de Burundi

"Cerraron el aeropuerto de Bujumbura después de salir nosotros esta mañana", relata José María Argüelles, el propietario del restaurante La Taberna Española, que abandonó ayer su negocio después de dos años en la capital de Burundi. "Sólo se han quedado los misioneros". Argüelles es uno de los 13 españoles que llegaron anoche al aeropuerto de Barajas en el vuelo 3205 de Iberia procedente de Bruselas. Otros dos de los 15 que salieron de Bujurribura prefirieron quedarse en París. Bélgica, como antigua metrópoli, es el principal enlace europeo con Burundi y allí aterrizó ayer el último vuelo de Bujumbura antes de que cerraran el aeropuerto.Los dos se llaman José Luis son médicos y ambos decidieron que su profesión podría sería útil en Burundi, un país al sur de Ruanda y con la misma composición étnica que encharcó de sangre al vecino del norte el verano pasado. Esta vez las muertes han llegado con la primavera y los europeos han adelantado sus vacaciones de Pascua.

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Uno de los médicos, José Luis Fernández Tonda, ha de jado en Burundi 11 años de trabajo y el compromiso de volver cuanto antes. El otro, José Luis Álvarez Vega, sólo llevaba un mes y medio en Bujumbura. Salió de Badajoz el 15 de febrero y pensaba quedarse en Burundi al menos hasta el verano. Su mujer, María Ángeles, también médica, iba a reunirse con él el mes próximo. "Esta semana, él intentaba tranquilizarme, aun que sí me dijo que oían ruido de metralla y explosiones todas las noches", dice María Ángeles.

Fernández Tonda se trajo a la familia. Su casa en Bubanza, 40 kilómetros al norte de Bujumbura, era el centro de operaciones de los españoles. Ahora, sólo queda un teléfono mudo. Ángela, su mujer, y el menor de sus cuatro hijos, con poco más de un ano, parecían anoche los más cansados. El niño, por la inmovilidad de ser transportado en una mochila, y ella, porque el peso le destroza la espalda. Álvarez Vega tuvo un efusivo encuentro con su familia en Barajas. Dos chicas se repartieron el primer y más largo abrazo. Su hija Rebeca, de nueve años, y su mujer, María Ángeles, de 31. Detrás, una delegación de la Cruz Roja de Badajoz, encabezada por Luis Martínez Pedroza, vicepresidente regional, había traído las flores.

Fue Martínez Pedroza, que participó en el envío el pasado verano de ayuda humanitaria a Ruanda, quien metió el gusanillo de ese punto olvidado del mundo en este médico de 34 anos que habitualmente trabaja en el hospital Infanta Cristina de Badajoz. La Cruz Roja también traía flores para Lourdes Rodríguez, una enfermera que encontró en Burundi una minúscula familia. Lourdes acurrucaba anoche a un minúsculo bebé de apenas dos meses que se quedó sin padres en Burundi.

Una nube de cámaras y periodistas con afán de preguntar obviedades se abalanzó sobre el grupo de españoles. "¿Es cierto que hay muertos en la calle?", le espetó un periodista a Ángela, la mujer de Fernández Tonda, mientras ella intentaba que un familiar se hiciera cargo del pequeño que llevaba encima. "Oye que no es Vietnam", replica uno de los hijos mayores. "Hemos estado allí 11 años, salía todos los días a la calle y sólo he visto así dos muertos", puntualiza ella.

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Pero han decidido volver. La situación ya era muy preocupante desde hace semanas y se agravó el lunes "con la muerte de tres europeos", relata uno de los familiares durante la espera. La embajada española en Burundi, como la mayoría de las representaciones europeas, recomendó la evacuación inmediata. Esas muertes aisladas, en una sangría entre hutus y tutsis, disparó la última alarma.

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