Al Moscardo le sobra un minuto
Las Palmas consiguió el triunfo en el último instante
Al Moscardó le sobra reloj. Y le sobra incluso en el día más corto del año, el de ayer, de sólo 23 horas. Ni así. El sprint final del minutero es mortal para él. Aquél avanza y el Mosca se encoge. Regala entonces el campo y el balón, en una suicida invitación al gol que ningún rival que se precie osa rechazar.Las Palmas, uno de los gallitos de la categoría, no lo rechazó. Demostró, eso sí, poco, muy poco. Si acaso, sabiduría y apego al ollazo. Sólo enseñó a Robaina, uno de esos jugadores que acabará retirándose con el cartel de promesa al cuello. Apareció en contadas ocasiones, pero siempre elevándose sin disimulo sobre el tono general.
Un tono desesperantemente discreto, como bien se encargó de demostrar la estadística: el Mosca disparó dos veces con peligro; su rival, tres. No hace falta decir que, estéticamente, el partido no aguanta juicio alguno.
Cierto es que, en ese terreno, al Moscardó le es fácil encontrar excusas. Ayer jugaba contra un club cuyo presupuesto es diez veces mayor. Además, el cuadro de Usera bien pronto perdió a Juan Carlos, su mejor jugador. Hasta entonces, minuto 17, el único peligro lo había creado Vico con un enorme disparo.
Asustó Robaina en una jugada personal, tras la que el fútbol se despidió del Román Valero. Y no volvió. En su lugar quedó una indisimulada tortura al balón, a la que, sin duda, ayudó el enfermizo estado del césped.
Entró el partido en una vulgar guerra de guerrillas, en la que los canarios demostraron su oficio. Cometieron más de treinta faltas. Y el Mosca se achicó. El resto lo hizo el reloj, venga a correr. Entre patada y patada, a los isleños les quedó tiempo para el patadón. Sólo Robaina levantó la cabeza. Y su centro al área lo llevó Verona a la red. Era el minuto noventa, ese que tanto acompleja al Mosca.
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