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CICLISMO

La alternativa de Santiago Blanco

El joven corredor español se codea con los mejores y despierta ilusiones

Carlos Arribas

Ya hay otra realidad a, la que agarrarse: un corredor que cumplirá 21 años en junio y que en apenas dos carreras como profesional ya ha hecho conocido su perfil -muy echado hacia adelante sobre la bicicleta, como queriéndose comer el manillar; la cabeza, animosa, coronada por un bamboleante casco azul brillante que parece siempre a punto de caerse- entre los puestos delanteros del pelotón. Santiago Blanco, de Puerto de Béjar (Salamanca), ha dejado de ser ese enigma fantástico del que hablaban hace apenas dos meses sus mentores de la factoría Banesto para constituirse en un eslabón más de esa cadena moderna iniciada con Ángel Arroyo y Pedro Delgado y rota con la muerte de Antonio Martín. Pero mejor.En Banesto siempre hablan de detalles y de cabeza, o sea, de carácter. No hablan tanto de clasificaciones, aunque no está mal el quinto puesto final del salmantino en el, Critérium Internacional, una prueba dura e importante, incrustado entre ciclistas con mayúscula: Jalabert, Berzin, Bobrik o Breukink. Pero importa más el carácter. "Una personalidad roqueña", dice Echávarri. "Un hombre atacante, que se sabe, imponer, que cuando más duras son las circustancias más duramente reacciona". Y que no se achanta.

En el Critérium Internacional, Blanco mostró tres detalles importantes. En la etapa llana, cuando saltó Bobrik incontenible para romper la carrera, Blanco, etiquetado como escalador, no sólo estuvo atento a la situación sino que tuvo los arrestos necesarios para lanzarse también. Y lo llamativo fue que cuando les alcanzó un grupo con 11, no se cortó en lo más mínimo: llamó de tú a Jalabert, Bermzin y compañía, casi exigiéndoles que pasaran a relevar.

El segundo detalle habla más ,de falta de experiencia. Ayer por la mañana se corría en su terreno, la montaña, y en unas condiciones de perros: un grado de temperatura, espesa niebla y ráfagas de viento. Blanco salió bien abrigado y cuando entró en calor decidió quitarse un chaleco de más. Era, un momento crítico, pero Blanco, en vez de entregar la prenda a cualquier motorista, se bajó hasta el coche del equipo en el momento en que más fuerte le estaban dando los Gewiss a Jalabert.

El tercer detalle lo pintó por la tarde, en una prueba de fuego: una contrareloj casi llana de 18, kilómetros. Rodeado de especialistas, se permitió el lujo también de tutear a todos, de aguantar su responsabilidad y hasta de derrotar al famoso Boardrnan.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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