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El buen carcelero

El acusado síndrome de Estocolmo que padeció Maria Àngels Feliu tras 492 días de secuestro condicionó en gran medida sus declaraciones. A su sorprendente aparición le iguieron unas no menos singulares manifestaciones que facilitaron muy poca información de utilidad para la policía. En medios de la investigación se cree que Feliu, con su testimonio, ha "protegio" a sus secuestradores.La farmacéutica sostiene que uno de ellos, al que conoce como Iñaki, la liberó a espaldas de sus compañeros. Iñaki es la cara humana de 16 meses de infierno encerrada en un húmedo y estrecho zulo. La soltura y el aparente buen estado físico, de Maria Àngels, a pesar de haber sufrido tanto tiempo unas condiciones tan extremas, causaron gran extrañeza. Nunca antes en España se había conocido un secuestro tan prolongado, que hoy ha sido superado por el de la joven madrileña Anabel Segura, secuestrada meses después que Feliu en circunstancias similares y que todavía no se han aclarado.

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Según se desprende de las declaraciones de Feliu, la relación que mantuvo con su carcelero llegó a ser amistosa e incluso de complicidad. La farmacéutica afirma que Iñaki ha dejado escrita una carta que será enviada al juez en caso de sufrir algún mal.

La versión de FeIiu beneficia también a su familia, que afirma no haber pagado ningún rescate. Por su parte, los investigadores no han podido detectar el rastro del supuesto pago de la cantidad solicitada por los secuestradores en sus mensajes: 500 millones de pesetas.

Felip defiende a capa y espada al secuestrador que la liberó. En sus declaraciones manifiesta incluso temor de que pueda sucederle algún percance. Su despedida no fue la propia de una víctima a su carcelero: "Gracias, que seas fefiz", deseó a Iñaki.

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