Decidió una canasta sobre la bocina
El Real Madrid doblegó al Estudiantes en la prórroga
Por una vez la propia trascendencia del partido superaba la emotividad de la que siempre vienen cargados los duelos entre Estudiantes y Real Madrid. No andaban los equipos madrileños sobrados en sus respectivas luchas como para regalar la victoria al rival eterno. Y el desafío, como siempre pero aún con un escalón más, se convirtió en una encarnizada guerra.Ambos contendientes se presentaron en el campo de batalla con armas incompletas. El Estudiantes pretendía derribar al elefante blanco con un tirachinas. El Madrid intentaba apartar a la pesada mosca estudiantil con cañonazos. Dicho de otra forma, la pugna por la supremacía se libraba entre el creativo juego exterior del Etudiantes, (léase Herreros) y el demoledor poder de los pívots blancos, Sabonis y Arlauckas.
Arnparados en sus respectivos bagajes, los dos equipos protagonizaron un encuentro lleno de alternativas. Fue el Estudiantes el equipo que dio primero. Ocurrió a mediados de la primera parte,. cuando amenazó con producir- la definitiva fractura (minuto 11, 31-18).
Una vez igualada la contienda debajo de los tableros -cada escuadra atrapaba 15 rebotes en la primera parte-, estaba claro que la ventaja correspondía al Estudiantes, porque al Madrid ni le funcionaban sus bases ni encontraba ayuda en sus francotiradores, que se estrellaban en la defensa zonal estudiantil. Los colegiales trataron de machacar a un Madrid con abundantes síntomas de debilidad. Pero no contaron con el factor Arlauckas.
Olvidándose de sus molestias en el cuello y obviando su desgaste 72 horas antes ante el Andorra (36 puntos), el estadounidense brindó una portentosa actuación que metió de nuevo a su equipo en la refriega. Gracias a una serie de 9 de 14 tiros de dos, puntos en una variada gama de lanzamientos de cuatro y cinco metros, bandejas en contraataque o reversos, más cuatro de cuatro tiros libres, los 22 puntos de Arlauckas en la primera parte acercaron al Madrid, 41-36 en el minuto 19, aunque no pudo evitar un ligero distanciamiento del Estudiantes en el descanso (4536).
Arlauckas comenzó la segunda parte tal y como había terminado la primera. Al Estudiantes, anulado Herreros, le mantenía vivo la lucha de Spencer, Orenga y Mijailov, que equilibraban y hasta vencían en la contienda bajo canastas. De la mano de su estrella estadounidense crecía el Real. El Madrid empataba a 53 en el minuto 27 y se adelantaba 53-55 poco después, aunque su máxima diferencia no superó los tres puntos, 55-58 en el minuto 28.
Los madridistas, no obstante, echaban de menos a Sabonis que, agotado tras sus últimas exhibiciones, descendía a la tierra y se transmutaba en un jugador normal. Llegaban los peores momentos del Madrid, con Arlauckas exhausto dándose un respiro y sin otros recursos que oponer. Un 77-71 en el minuto 36 producía escalofríos en los blancos. Optaron éstos por cambiar de arma y le robaron el tirachinas a su enemigo: triples de Antúnez y Cargol llevaban la igualdad (79-79) al marcador. Nadie fue capaz de romper la paridad en los 90 segundos restantes y -81-81 al final de los 40 minutos- sobrevino la prórroga.
En el tiempo extra, la abrumadora tensión sobrecogía el alma a los jugadores y las defensas se imponían. Durante tres minutos ni Estudiantes ni Madrid anotaron un solo punto, pero en los dos últimos las alternativas volvieron a ser constantes. Gonzalo Martínez adelantaba a su equipo con dos tiros libres (83-81) a 1,59 minutos. Henry situaba al Madrid en cabeza a 58 segundos (8385), para que, otra vez, el base colegial igualara a 85 a 38 segundos. Con 14 segundos por jugar, el Madrid parecía regalar el choque con un balón perdido entre Sabonis y Cargol, pero Gonzalo Martínez sólo anotaba un punto tras la personal cometida por Lasa (86-85 a ocho segundos). Fue el propio Lasa quien tomó toda la iniciativa y se inventó un pase a Cargol debajo de la canasta que el alero catalán, casi sobre la bocina, convirtió en el 86-87 definitivo. Al final, ni tirachinas, ni cañonazos. Fue el azar.
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