20 miutos en el abismo
Una mujer se lanza por la ventana de un décimo piso y su marido la salva sujetándola por las muñecas
El taxista jubilado, Juan O. A. le salvó la vida a su mujer, Matilde B. C., de 59, quien se arrojó desde la ventana de su domicilio, un décimo piso de la calle de Gerardo Cordón, a las 15.30 de ayer. Estuvo sosteniéndola durante 20 minutos de los brazos hasta que los bomberos consiguieron rescatarla definivamente. "Estaba fregando cuando escuché los gritos del marido pidiendo ayuda. En un primer instante creí que era de alguien en la calle,", cuenta Lola V., vecina de un octavo piso, que vio la mujer colgando de la ventana. Su vecino Alberto Garrido, de 17 años, llamó a la polícía.
"Ella se pudo apoyar un poco con los pies sobre un toldo del piso de abajo", comenta Garrido para explicar cómo Juan O. consiguió sujetar a su esposa durante tanto tiempo.
Aun así, el rescate se complicó: los policías que se trasladaron al lugar se encontraron con la puerta del piso cerrada. "Tenían la llave echada y aparte de ellos no había nadie dentro para abrir la puerta. Y el marido no podía hacer nada".
Fracasó también el primer intento de los bomberos, que tuvieron que subir al undécimo piso, ya que el noveno no se encuentra habitado. "Uno de ellos se bajó por una cuerda, pero no pudo subir a la mujer", recuerda Alberto Garrido.
La salvación llegó cuando los bomberos bajaron una escalera desde el piso de arriba, a la que se pudo agarrar la mujer con ayuda del agente que colgaba de la cuerda. Los testigos del suceso aseguran que la mujer, mientras estaba sujetada por su marido ya no intentaba tirarse, pero le faltaban las fuerzas para subir.
Tras el rescate, Juan O. relató la policía los instantes previos al suceso. Acababan de comer cuando su mujer se levantó. El taxista decidió seguirla porque sabía que padecía una fuerte depresión y corría peligro de atentar contra su vida. Viendo que sus temores se confirmaron reaccionó rápidamente; logró agarrarla instantes después de precipitarse por la ventana.
La mujer fue asistida por el servicio de ambulancias SAMUR y que la trasladó en una unidad psiquiátrica -única en España- al hospital Ramón y Cajal. Después de ser sometida a reconocimiento, Matilde B. C pudo abandonar el centro
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