Un cántabro en la corte nórdica
Juan Jesús Gutiérrez asombra en la élite del durísimo esquí de fondo
Es el asombro de un mundo que queda bien lejano del deporte español, pero con un peso específico fundamental en muchos países con la mayor reputación olímpica. Ya tenía prestigio desde que logró el noveno puesto en los 50 kilómetros, la gran maratón del esquí de fondo, en los Campeonatos Mundiales de 1991, en Val di Fierrime (Italia). "¿Un español entre los diez primeros?" se preguntaban entonces los técnicos. Ya no se lo preguntan. El domingo, con su sexto puesto en los Mundiales de Thunder Bay (Ontario, Canadá), confirmó que no había sido casualidad al lograr la mayor hazaña del deporte invernal español tras los éxitos alpinos de Paco y Blanca Fernández Ochoa.El acicate que supuso Barcelona 92 sacó en muchos casos de la nada deportes en los que España jamás había brillado. Sin embargo, eso no pasó con el esquí. Ese mismo año mágico 92 el rey de los deportes invernales tocó el único y último cielo alpino con la medalla de bronce de Blanda Fernández Ochoa en Albertville 92. Dos años después, ya sin ella, en Lillehammer 94, cayó en el agujero más profundo del que aún intenta tímidamente salir.
Pero ya entonces, insólitamente, había nacido un príncipe español en el esquí de fondo, la hermana aún más pobre para un país mediterráneo. Noveno del mundo a los 21 años en un deporte maratoniano donde la plenitud se empieza a alcanzar a los 28, permitía albergar todas las. esperanzas en su progresión. Y así está sucediendo. Juan Jesús no cumplirá hasta junio los 26 años. Si en los Juegos de Albertville y Lillehammer sólo acabó 190 fue por cuestiones reglamentarias. La federación internacional, aún dominada en el fondo por los países escandinavos, no acaba de enterrar el esquí clásico, con las tablas en paralelo, y aún obliga a alternar las pruebas importantes con el estilo libre, de patinador, en el que Gutiérrez es mucho mejor. Los dos últimos Juegos se disputaron con estilo clásico, al revés que los Mundiales, en los que incluso hay una prueba combinada de ambos. Por ello también ha sido significativo ahora, en Thunder Bay,. que Gutiérrez fuese15º en la combinada de 10 kilómetros clásicos y 15 libres, tras acabar la primera prueba el 340.
Pero la fuerza de Gutiérrez, un auténtico atleta multiuso, está en las distancias más largas. Empezó en el atletismo a los 12 años y llegó a ser quinto en un Campeonato de España de cross como anuncio de que el fondo era lo que iba a su capacidad aeróbica. Pero a un cántabro de Reinosa la nieve le tenía que tentar. Influido por una serie de amigos y por su padre, fallecido en 1990 al ser atropellado por un coche cuando montaba en bicicleta, se pasó al esquí. Y precisamente en 1990, casi como un homenaje a su padre, también intentó en el ciclismo dar el salto a profesional. Su primo, el sprinter ya retirado Alfonso Gutiérrez, le ayudó mucho. En una carrera a final de temporada se rompió una mano. y aun así acabó segundo. Estaba contento, pero le llamaron otra vez de la federación de esquí, le curaron la mano y volvió a las nieves. Estaba empeñado en hacer historia en una modalidad sin tradición alguna en España, pero con el crédito de lo más grande.
No se equivocó. El esquí de fondo está considera do según estudios biomecánicos y médicos de esfuerzo el deporte más duro del mundo en una sola prueba, aunque pueda discutirse con el ciclismo en una carrera por etapas. Pero una maratón sobre nieve, como sobre asfalto, es imposible repetirla en pocos días. El ciclismo, aun con su tremenda dureza, se practica sentado y sólo hay determinadas etapas de montaña muy duras. En esquí, en cambio, y a diferencia de la carrera, se exige un esfuerzo brutal no sólo a las piernas, sino también a los brazos. Y además, a unas temperaturas habitualmente inferiores a cero grados -a menos de 12 se suspenden obligatoriamente-, con lo que ello supone de dificultades y peligro de que el aire frío provoque graves problemas respiratorios.
Ver a un español en un mundo así, que puede reunir a más de 200.000 personas apasionadas en un circuito como el de Birkebeineren de Lillehammer, por ejemplo, es como hablar de eixtraterrestres. Gutiérrez es un ser rarísimo para un país que puede ofrecer más normalmente Brugueras, Cachos o Induráins. Y que tampoco está en Italia, país cuyo empujón económico y técnico le ha llevado a codearse con las grandes potencias escandinavas, Rusia y el gran kazajo, VIadimir Smirnov, ganador de tres medallas de oro y una de bronce en Thunder Bay. Gutiérrez está ahí, entre ellos.
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