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26ª JORNADA DE LIGA

El Atlético mantiene su escalada en Ríazor

El equipo de Basile jugó un buen partido partido ante el Deportivo

Xosé Hermida

XOSÉ HERMIDA El Coco Basile sigue pegado a un ángel. Aunque la enfermería del Atlético parece el camarote de los hermanos Marx, el entrenador suramericano goza en el campo del favor divino. Desde su llegada a Madrid, el equipo más gafe del fútbol interplanetario marca en los últimos minutos y gana con goles en propia meta. Anoche, el ángel de Basile. se tomó vacaciones en la primera parte, cuando el Atlético se hartó a fallar ante Liaño. Pero luego, con el Deportivo buscando abiertamente la victoria, y el Atlético encerrado en la trinchera, regresó del cielo el amigo de Basile. El Atlético se escapa del descenso mientras en La Coruña se entierran definitivamente los sueños del título. A partir de ahora el Deportivo tiene que pensar muy seriamente en que la UEFA puede correr peligro.

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Nadie puede aventurar lo que le deparará el futuro a Alfio Basile en la ribera del Manzanares, pero lo que se vio anoche en Riazor invitaría a bautizarlo como el entrenador que surgió del frío. El argentino se empeñó en convertir el partido en un desierto. ártico y cuando lo consiguió, el Atlético tuvo al Deportivo a tiro de piedra. Desde el principio, la consigna de los rojiblancos fue esconder el balón, tocarlo en corto cansinamente y atemperar cualquier posible ímpetu coruñés. A la media hora, el triunfo estratégico de Basile era clamoroso. Abel se tomaba toda la noche para sacar de portería y hasta los recogepelotas parecían ensimismados, incapaces de devolver el cuero a la cancha sin hacerse un lío con él en las manos. Ganado el debate sobre el tono general del partido, al Atlético, hasta entonces agazapado, le llovieron las oportunidades para morder al rival. Pirri por dos veces y Kosecki en otra, fallaron cara a cara con un Líaño extraordinario en sus salidas. Una de las jugadas fue para guardar en el cuaderno de recuerdos por su protagonista, Tomás, que se disfrazó un segundo de Laudrup para firmar una asistencia.

El Deportivo había anunciado mucho en los primeros minutos. Salió moviendo el balón con frescura y buscando la profundidad. Pero Fran sufrió a los 10 minutos un tirón muscular. Cuando caminaba hacia la caseta, la grada dictó sentencia: "Sin el chaval, no somos nadie". Dicho y hecho. El Deportivo fue contagiándose poco a poco del sopor atlético hasta quedarse clavado sobre la hierba. Siguió tocando la pelota, pero más parecía un futbolín, con los jugadores fijos en una barra. Al Atlético le bastó con poner un poco de velocidad para situar a su adversario al borde del desastre.

Arsenio se echó al monte en el descanso. Metió a José Ramón por Ribera para reforzar la línea de centrocampistas a costa de desguarnecer la defensa. El equipo fue a mejor. A su fútbol siguió faltándole ritmo pero al menos recobró profundidad. El Atlético, sin pensarlo siquiera, se metió debajo de la cama. Salina y Bebeto vaticinaron el gol.

Fue entonces cuando regresó a Riazor el ángel de Basile. En la primera parte, cuando lo había merecido, el Atlético no logró marcar. En la segunda, abonado ya al numantinismo, llegó el gol de Manolo tras un magnífico centro de Toni. El larguero y Abel fueron después los cómplices del colega celestial de Alfio Basile.

El Deportivo desenterró su orgullo en medio del desconcierto. Aunque le faltó pegada, al menos intentó torcer su suerte. Aldana respondió de inmediato al gol atlético con un obús que casi revienta el larguero. Los rojiblancos sacaron el hacha y Toni se fue a la caseta, a falta de 12 minutos, sin ver como Abel custodiaba su red con solvencia ante Djukic y Bebeto.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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