Los partidos exigen a Idígoras que pida a ETA el fin de la violencia
Jon Idígoras vino a por lana y salió trasquilado. Tras 11 meses de ausencia, el portavoz de Herri Batasuna se presentó ayer en el Congreso de los Diputados para pedir el final de la dispersión de los presos de ETA. Topó con la opinión unánime de los partidos: pida a ETA que deje de matar, y si lo consigue, la sociedad española será generosa. La propuesta de HB fue rechazada por 294 votos. Idígoras sólo cosechó tres abstenciones, los dos diputados presentes del PNV y Pilar Rahola, de Esquerra Republicana de Catalunya.
El Congreso dio ayer una lección de tolerancia política a HB. A sólo mes y medio del asesinato del parlamentario vasco del PP Gregorio Ordóñez a manos de ETA, la presencia de los diputados de HB Jon Idígoras y Rafael Díez Usabiaga fue acogida con toda normalidad por los parlamentarios.Nadie les increpó ni alzó la voz. Sólo algunos diputados optaron por la cortés vía del abandono del hemiciclo. Fue el caso del ex ministro del Interior José Barrionuevo, y del diputado del PP Gabriel Cisneros, herido en un atentado de ETA político militar en 1979. Otras víctimas de ETA siguieron en sus escaños. Fue el caso del diputado del PP, Javier Rupérez, secuestrado por ETA en 1979, o el ex ministro del Interior con UCD Rodolfo Martín Villa, cuyo mandato coincidió con una de las etapas más duras del terrorismo.
Cuando Idígoras, nervioso, salió a explicar su proposición no de ley se encontró, eso sí, con el banco azul vacío. El ministro de la Presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba, también decidió abandonar su escaño, junto al presidente del Grupo Socialista, Joaquín Almunia, antes de que el diputado radical llegase a la tribuna.
Idígoras puso voz a los conocidos argumentos de HB: ETA nace de un conflicto político y su única solución es la negociación política. E 1 portavoz de HB, en un nuevo sesgo reformista, dijo que mientras tanto hay que aliviar la situación de los presos de ETA, a los que calificó de políticos. Aseguró que existen malos tratos en las prisiones a los militantes de la banda y pidió el fin de la dispersión.
El portavoz de HB topó de bruces con la unanimidad de los partidos en el tratamiento del terrorismo etarra. Todos negaron que los presos de ETA puedan tener el calificativo de políticos y contestaron a Idígoras que el camino al fin de la violencia es muy sencillo: que ETA deje de matar y, a renglón seguido, habrá generosidad en la sociedad española.
Fue especialmente emotiva la intervención del portavoz del PP, el guipuzcoano José Eugenio Azpiroz, que recordó su amistad con Ordóñez y dio a entender que el PP apoyaría la reinserción social una vez que ETA acredite el fin de la violencia. Azpiroz, en un alarde de comprensión, dijo a Idígoras que sabe que la situación por la que atraviesa la militancia de HB es muy compleja porque muchos están contra la violencia, pero no pueden denunciarla públicamente. Su gesto fue premiado con una ovación de gala, mientras Idígoras se quedaba perplejo en su escaño.
Ricardo Peralta, de IU, e Iñaki Anasagasti, del PNV, se felicitaron por la presencia de HB en la Cámara y pidieron a Idígoras que comparezca con más frecuencia. Peralta hizo un vibrante discurso de reafirmación de los principios democráticos y en su nombre rechazó la propuesta de HB.
Anasagasti introdujo una enmienda a la propuesta de HB de concentrar los presos de ETA en el País Vasco. El portavoz del PNV matizaba que la proposición es válida siempre que los presos individualmente acepten esa aproximación geográfica. Idígoras lo rechazó. Almunia manifestó previamente a Anasagasti su disconformidad con la enmienda del PNV porque, a su juicio, daba resonancia a la posición de HB.
Por otra parte, el lehendakari, José Antonio Ardanza, que asiste a una reunión del Comité de las Regiones de Europa en Montpelier (Francia), se mostró ayer partidario de crear las comisiones necesarias para dialogar con ETA sobre el final de la violencia en el País Vasco, informa Enric Company. No obstante, Ardanza dijo que, "en este momento, no sería lo más adecuado" emprender unas negociaciones como las de Argel en 1989. El presidente vasco declaró: "Las circunstancias han cambiado. Repetir miméticamente lo que ocurrió en 1989 nos podría llevar, también miméticamente, al mismo fracaso de entonces".
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