El Club de las Ciudades sin Coches aboga por un decálogo que libere de tráfico los centros urbanos
El Club de las Ciudades Libres de Coches vuelve a dar la batalla para hacer habitables los centros urbanos y despejarlos de vehículos aparcados en doble fila. Esta asociación, integrada por 40 localidades -seis españolas: Barcelona, Granada, Oviedo, Sabadell, San Sebastián y Toledo-, celebrará a finales de mes su segundo congreso en Granada, donde se creará un órgano consultivo para canalizar las experiencias en la mejora de la accesibilidad. Barcelona propone un decálogo de medidas y embargar los automóviles infractores en vez de las cuentas bancarias.
Las ciudades españolas perdieron el carro de la accesibilidad cuando la mayoría de los centros urbanos europeos asumieron abordar esta cuestión en los años setenta. Con dos decenios de retraso y las calles invadidas de coches, los responsables del transporte español han decidido sumarse al Club de las Ciudades Libres de Coches y aprovechar su experiencia para hacer más transitables las urbes."Estamos a tiempo de evitar la congestión y la ineficacia que impera", indicó ayer el secretario de Estado de Política Territorial y Obras Públicas, José Alberto Zaragoza, en la presentación del segundo congreso del club, en Granada los tres últimos días de este mes.
El objetivo de estas jornadas es elaborar un informe con las experiencias de las ciudades pioneras en la mejora de su accesibilidad, así como una base de datos centralizada. En este mismo orden, se creará el Comité de Expertos, un órgano consultivo para canalizar propuestas hacia las Administraciones y desarrollar programas sectoriales. Estos planes no pretenden erradicar los coches de las ciudades, sino reducir la tensión generada por el tráfico, según Zaragoza.
Un gran pacto social
El municipio más adelantado en estas iniciativas es Barcelona. Su alcaldía propone un gran pacto social basándose en un decálogo de principios que ayer detalló su primer teniente de alcalde, Juan Torres.
En él se aboga por liberar al ciudadano de la cautividad de determinados medios de transporte mediante la disposición de sistemas alternativos; la integración de las tarifas a través de soportes inteligentes; establecer jerarquías viarias, modos de transportes públicos más flexibles y ecológicos, ordenación de carga y descarga de mercancías, y un cambio cultural.
La disciplina de los conductores juega un papel básico en esta nueva política ciudadana. Para incentivarla, los ediles barceloneses proponen multas "ejemplarizadoras"; facilitar a los municipios instrumentos legales, como impartir justicia rápida con los infractores; la retención de carnés, y el embargo de vehículos.
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