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25ª JORNADA DE LIGA

El Atlético firma la defunción del Barça

Clara victoria de los madrileños, con dos goles de Iván Rocha

Ramon Besa

El Atlético descolgó al Barça de la Liga. Le queda sólo París para resistirse a vivir como un jubilado que administra una pensión millonaria por la renta que dan cuatro Ligas y una Copa de Europa. Un sueño. El equipo azulgrana ya tiene registrada la fecha de caducidad: 30 de junio. El grupo de Cruyff olió ayer a cadáver. Ya no es capaz de ganar ni en campos que le veneraron, como el Calderón. Va trompicado desde la salida. Igual le humilla el Real Madrid, le ridiculiza el Racing de Santander o le tortura el Atlético.El calendario tiene pinta de viacrucis para los azulgranas. La tormenta, en cambio, parece escampar del Manzanares. Llegó el Atlético troceado al partido. Hasta cinco bajas se contaban en sus filas. Las bajas le convertían en bu en samaritano para un Barça malherido. La hinchada sólo contaba negativos. El equipo madrileño, sin embargo, supo ser paciente y sacó oro pulido de una mina de cobre.

El partido nació muerto. Una noticia sorprendente de acuerdo con la historia y acorde con el dietario de la semana. Puede que por la llegada de Basile, el Atlético no fue nunca el grupo histérico que acostumbraba sobre el césped. Quizá porque Cruyff está de mala leche, el Barça estuvo timorato y no desafiante. O tal vez porque de la tabla clasificatoria sólo emanaba tensión, resultó que la prudencia descarada sustituyó al descaro aventurero. Perdió el partido entonces esa leyenda de película del Oeste que le acompañaba desde el alumbramiento.

No hubo tiros, ni sheriff, ni indios, ni nadie supo quién era el bueno y quién el malo durante todo el primer tiempo. No tuvo ningún jerarca la contienda. Los dos conjuntos jugaron con el freno de mano puesto. El Atlético salió con Solozábal como medio centro y el Barça se amontonó alrededor de Nadal. No hubo ritmo. El balón salió como si fuera un conejo de cada madriguera. No había control ni sentido del fútbol. Quedó así a expensas de una jugada más que del juego. Y, puestos así, el Atlético llevaba ventaja. Fue cogiendo confianza con el tiempo. No salía el Barcelona. de su campo y no asomaba el Atlético más allá de la divisoria. Ni un tiro sonó. Unos y otros se encomendaron al cielo conocedores de que el primero en caerse ya no se levantaría en lo que restara de partido.

Y se arrodilló el Barcelona. Llevaba la contienda camino del descanso. La hinchada bostezaba con tanto sopor. Había visto tres taconazos de Stoichkov. Nadie, sin embargo, había entrado en juego. Fue entonces cuando Abelardo se equivoco y dejó el cuero virgen para Kiko. El rojiblanco encaró a Busquets y forzó, tras consulta del árbitro con el linier, el penalti. El meta continuó en la cancha, porque le cayó la tarjeta amarilla y no la roja, pero el Barcelona ya estaba fuera del partido. El primer zurdazo de Iván Rocha puso la sentencia al encuentro.

Cruyff intentó recomponer a su tropa en el camerino. Pero el colectivo azulgrana salió otra vez sin rumbo al campo, y quedó noqueado con otra jugada a balón parado. Un trallazo de Rocha bajó la persiana para los azulgrana. Ya sólo les quedaba recuperar la dignidad para parar el marcador. El Atlético se recreó con el sufrir barcelonista. El equipo de colores que pintió Cruyff se fue destiñeñdo para quedarse en un blanco y negro horroroso. Tiene razón el técnico azulgrana cuando dice que la coyuntura actual le recuerda la de hace siete años cuando él llegó al Camp Nou. Ya nadie busca el uno contra uno, ni se ligan tres jugadas seguidas, ni tiene un punto de referencia para intentar ordenar eso.

Tiene el Atlético, en cambio, un manual propio de los equipos que aspiran a remontar situaciones adversas. Basile monta primero la defensa y luego el ataque. El concepto defensivo de los locales convirtió en anécdota la ofensiva forastera. No tuvo nunca a quien agarrarse el Barcelona mientras el Atlético se colgó del zurdazo de Rocha. Rentabilizó sus primeras opciones de gol y vivió a cuerpo de rey hasta el final. No tuvo el grupo el empaque de equipo que pretende el mundialista argentino Alfio Basile, pero aprovechó su suerte.

Las carencias en el juego que se le adivinan aún al Atlético restañan más las flaquezas azulgranas. El de Cruyff fue siempre un equipo vulgar, desordenado y entregado al pase muerto. Ya no divierte, como diría su técnico, sino que divierte a los demás. No sólo no sabe ya dónde está la puerta contraria sino que hasta el Atlético le puede a balón parado. El Frente Atlético le despidió con un adiós campeón que anoche sonó a epitafio. El miércoles, París decidirá cómo llegar hasta final de curso.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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