Revólver echó humo
La sala de música en directo deArgüelles celebra, con ritmos calientes su cuarto cumpleaños"
La efeméride, el pasado viernes, requería unos artistas tan abnegados y combativos como la actitud de la sala durante estos cuatro años. Revólver, la sala de música en directo del barrio de Argüelles, siempre ha intentado ofrecer emociones fuertes y el día de su cumpleaños no iba a ser menos. Se anunciaron cuatro grupos y alguna que otra sorpresa". Se había barajado Mano Negra como él plato fuerte de la noche, pero enseguida se supo que el grupo francés estaba de tourné por Galicia. Habría que conformarse con Zebda, también gabachosZebda va del rollo del mestizaje. Se comportan como un grupo de rap, pero el ska trepidante y saltarín no deja de sonar. Antes que ellos ya habían desfilado un grupo del pueblo leonés de Bembibre, Guedeón Delá y Los Vengadores, el grupo de Ana Curra (ex Pegamoide), y Manolo Uvi, que ofreció apenas 20 minutos de trepidación.
Nunca los intervalos en Revólver sonaron tan tropicales. Los merengues y salsas hicieron pensar a los que iban por primera vez que se trataba de una sala latina: "Siempre pensé que Revólver era rockera", comentaba Itziar, una recién licenciada a punto de marcharse a Londres. El sótano negro y destartalado se había ido poblando de tipos tan dispares como la música que ha ofrecido Revólver. Rafa Valor, con su indumentaria yanqui, gorra de béisbol con la visera en la nuca incluida, un chico que ha tocado muchas veces en Revólver con su grupo Algo Salvaje: "¿Que qué pienso? Que debería haber 25 en Madrid como éste".
Hubo un rato en que los dueños de la sala, Santi Camuñas, de 33 años, y Álvaro Ruiz, de 35, estrechaban manos desde la primera barra. Hace cuatro años se embarcaron en convertir un local llamado Kitch en el Revólver Club. "Esto es un proyecto de vida". No estaban muy optimistas. "En dos años la cosa ha bajado mucho. Tienes que colocar a los grupos con la programación de televisión en la mano: si hay partido,. la cosa no funciona".
Mientras, llegó el diablo de fuego. Bengalas, antorchas y toda suerte de pirotecnia doméstica fue exhibiendo este diablo, hasta conseguir el paroxismo de los que le hacían corro. Después, subió Tribu X. Las fuertes andanadas de funkycaña del espigado Elola y sus amigos sirvieron para sudar aún mas.
Caraoscura cogió sus bártulos y se fue sin tocar, pues no pudieron aguantar el ritmo de la fiesta, que para entonces discurría por su sexta o séptima hora. Breves, las ondas de Radio Tarifa pusieron punto final.
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