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Todos firmarían un 2-0

La plantilla azulgrana permanece concentrada desde el lunes en la población de El Muntanyà (Barcelona) donde ayer realizó doble sesión de entrenamiento. Tienen los jugadores una obsesión: evitar saques de esquina y las faltas directas. Y un objetivo: no encajar ningún gol para que su doble valor en campo contrario no pese como una losa en París. Los jugadores del Barça se saben la lección de carrerilla: su rival obtiene un altísimo rendimiento del juego aéreo, uno de los puntos débiles del conjunto de Cruyff.La plantilla se ha contagiado del optimismo de su técnico para afrontar el partido. Lejos de la tensión que desprendía las vísperas del encuentro contra el Gotemburgo, cuando estaba seriamente comprometido su pase a los cuartos de final de la Copa de Europa, el equipo ansía resarcirse del cúmulo de sinsabores de esta temporada. Ronald Koeman, el defensa holandés, resumió: "Es el momento de demostrar otra vez que este equipo sabe jugar muy bien. Creo que nos tienen más miedo que nosotros a ellos".

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Pep Guardiola, centrocampista, receló de la condición de víctimas que reivindican los franceses y apeló a experiencias -la derrota ante el Milan en la final de Atenas- para advertir de lo engañoso que puede resultar ese papel. Se refería a que el Milan, que acudió a la final de la Copa de Europa de Atenas como teórico perdedor, acabó endosando al Barça un 4-0.

Todos firmarían de antemano un 2-0, pero desconfían tanto del equipo de Luis Fernández que Eskurza, en tono de humor, afirmó: "¿Para viajar tranquilos a París? Pues bastaría con un 8-0".

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