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El mafioso ya no besa

Cosa Nostra ha decidido prohibir a sus afiliados las efusiones públicas.

¿Será verdad que abrazos cerrados como los que Marlon Bran do impartía en El Padrino a amigos y enemigos -a éstos claro, para que no sospecharan lo que se les venía encima- han pasado a ser historia rancia? ¿Le cabrá a Giulio Andreotti el doble honor de entrar en los anales como uno de los últimos honorables ungidos por un ósculo -siempre presunto mientras en justicia no se de muestre otra cosa- del corpulento y sanguinario Totó Riina? Los periódicos así lo aseguran."La Mafia prohíbe el beso", afirmaba ayer toda la prensa italiana. De ahora en adelante, capo, boss y pisciotto, los tres escalones del gran jefe, el jefecillo y el simple soldado que distinguen los especialistas en la delincuencia siciliana, se reconocen en público con una simple palmada en la espalda o con un golpecillo en el pecho, si la ocasión es sonada. A lo que el introductor puede seguir añadiendo, en voz baja, el ritual "Cosa nostra é", o sea, "Cosa nuestra es", tan fundamental que traduce el verdadero nombre de la organización.

El motivo del cambio, añaden las informaciones, no es que las efusiones puedan suscitar incómodas sospechas de homosexualidad, sino la necesidad. de que el vínculo delictivo quede bien oculto ante el ojo avizor de espías y policías. Al parecer, cada vez son más los agentes aficionados a frecuentar bodas, funerales y otras ocasiones públicas de personalidades mafiosas.

La explicación no deja de ser sorprendente, ya que el beso entre hombres es una costumbre social arraigada en Italia meridional. No es pensable que sólo los que son mafiosos se besen en tales ceremonias.

Michele Pantaleone, un experto veterano y reconocido en cuestiones de Cosa Nostra, ha salido al paso de la noticia con el argumento contrario: si los mafiosos dejaron de besarse, hace ya bastantes años, fue precisamente para distinguirse por el saludo de otras mafias del sur de Italia. "En Italia, el beso entre bosses no se practica desde la mitad de los años sesenta", sostiene Pantaleone en una entrevista publicada ayer por Il Corriere della Sera. "Tras las traiciones sufridas por la Mafia en Estados Unidos, sobre todo por culpa de los calabreses (Cosa Nostra), optó por una ruptura total con los delincuentes provenientes de otras regiones de Italia", añade el experto.

La lectura detenida de los diarios italianos no da más claves para salir de dudas sobre si el buen mafioso besa y o no. Como es habitual, no se citan fuentes. Ni siquiera se identifica esta vez al ex mafioso que habría confesado el cambio de normas. Se habla, simplemente, de "arrepentidos recientes " y de otras fórmulas genéricas.

No hace falta ser un experto para encuadrar la noticia en la polémica que el proceso a Andreotti suscita. El beso de Riina es el punto culminante, pero también el más inverosímil, del sumario, y a nadie puede extrañar que una mano anónima esté buscando el modo de poner en Solfa toda la argumentación utilizada por los magistrados Sobre usos de mafiosos a fin de dar credibilidad al beso de Riina. Reacciones como la de Pantaleone se la niegan, ya que Andreotti habría sido besado en 11987, dos décadas después de que esa costumbre decayera. Y el experto añade: "En cualquier caso, el beso habrá que probarlo, no deducirlo de consideraciones sociológicas".

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