Jóvenes de Pinto ocupan un edificio para convertirlo en centro cultural
Cuarenta jóvenes con edades comprendidas entre los 13 y los 30 años ocupan desde hace dos semanas un edificio en la calle de Las Monjas, en Pinto (24.000 habitantes). Los okupas, tras limpiar el inmueble, pretenden convertirlo ahora en un centro cultural donde se impartirán charlas, talleres y cursos. "Transformaremos una propiedad privada de nula función social en un lugar de encuentro para gente con inquietudes", explíca Golín, de 24 años, abogado en paro y monitor del taller de guitarra.
La casa ocupada, sin agua ni luz, lleva vacía más de 10 años consta de dos plantas, jardín 3 patio interior. "Los dos primeros días de limpieza sacamos más de 50 sacos de basura y varios gatos muertos", comenta Óscar, un estudiante de 16 años que participa en esta iniciativa.Los jóvenes han desbroza do el jardín, encalado la facha da y pintado la verja exterior. Estas actividades les han congraciado -"de momento matizan ellos- con los vecinos. Algunos incluso les han dado sillas y muebles viejos. "La verdad es que limpiando el patio les hemos hecho un favor porque en verano había muy mal olor", agrega Óscar.
Este colectivo de jóvenes, denominado Pueblo Libre, presentó el pasado año en la Concejalía de Juventud de Pinto un proyecto cultural que fue rechazado. Ante la negativa institucional decidieron ocupar una vivienda, y poner en práctica sus ideas sin burocr cia de por medio.
Cocina y guitarra
"Queremos un centro vivo donde se enseñen materias como fotografía, cocina, guitarra y dibujo, pero también donde tengan cabida asocia ciones solidarias o ecologistas poco conocidas", dice Golín.
El propietario de la vivienda, Francisco Pérez, ya ha denunciado la ocupación de la casa a la Guardia Civil para que proceda al desalojo.
Según Pérez, la casa tiene deficiencias estructurales y podría caerse. Sin embargo los jóvenes okupantes afirman que poseen un informe técnico que dice lo contrario.
Olga, de 20 años y trabajadora en el reparto de pizzas, reconoce que el establecimiento de este centro cultural alternativo es una aventura y una utopía. "Pero no por eso hay que, dejar de intentarlo", sentencia.
Antonio, estudiante de 18 años, admite que el deshaucio puede producirse. "Pero el colectivo ya está formado, y si no nos reunimos aquí, lo haremos en cualquier otro edificio vacío", vaticina.
Los okupas viven en su mayoría con sus padres y dedican al centro su tiempo libre. "Pero todas las noches se queda alguien en la casa a dormir para montar guardia".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.