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Kohl ataca la autonomía de la televisión pública en Alemania

Directivos de las cadenas se revuelven contra los políticos

La estructura de los medios públicos en Alemania ha sido cuestionada después de que el canciller Helmut Kohl y su partido democristiano (CDU), con el apoyo de sus hermanos socialcristianos de Baviera (CSU), hayan desenterrado el hacha de guerra contra la primera cadena de la televisión pública alemana (ARD), tanto en el Parlamento como en los medios de comunicación. En Alemania, aunque pueda resultar paradójico, la televisión más crítica con el Gobierno es precisamente la pública.

El sistema de radio y televisión pública alemana sufre sin duda la influencia de los partidos políticos y el respeto casi obligado a la proporcionalidad que éstos imponen. A pesar de ello, la televisión y la radio públicas disfrutan de un gran margen de autonomia periodística.Esta independencia viene garantizada por el sistema de financiación. En Alemania, oyentes y televidentes pagan un canon mensual por ver la televisión y escuchar la radio. Una familia paga al mes por este concepto 23,80 marcos (unas 2.000 pesetas). El canon es obligatorio y ver sin pagar se sanciona con multa. La recaudación por ese canon se entrega a las cadenas públicas, que sólo tienen publicidad hasta las ocho de la noche.

La primera cadena refleja la estructura federal alemana y agrupa a 11 emisoras repartidas por los 16 Estados federados. En la ARD se agrupan también los terceros programas de ámbito regional. La ARD es un gigante con 23.000 empleados..

Kohl tiene atravesada desde hace tiempo a la primera cadena (ARD) y en especial a la WDR - que precisamente se. encarga de la programación que se emite desde Bonn, con un contenido político casi por completo- porque considera que le trata de una forma negativa y se encuentra infiltrada por periodistas favorables a la oposición.

Venganza de Kohl

Kohl se venga a su manera de la WDR: se niega a que le entrevisten los periodistas de esa cadena en Bonn; se mofa en público cuando, en conferencias de prensa, le preguntan algo molesto, con frases como: "¡Ah, usted es de la WDR. No podía esperarse otra cosa", o escribe enfurecidas cartas por alguna emisión que le molesta. El caso más reciente ha sido la protesta de Koffl por una sátira. aparecida en el programa Monitor, donde se simulaba una conversación telefónica entre él y Borís Yeltsin que les mostraba como un par de imbéciles.

Kohl escribí al director general de la WDR y dejó entrever que entendía que ante semejantes programas los televidentes no estuviesen conformes con pagar el canon. Poco después de esta carta indignada de Kohl, los presidentes de dos Estados federados, el de Sajonia, Kurt Biedenkopf (CDU), y el de Baviera, Edrnund Stoiber (CSU), lanzaron un documento con una serie de tesis para reformar la ARD e incluso consideraban la posibilidad de cerrar el programa nacional de la ARD.

El escándalo estaba servido. Los directores generales de las 11 cadenas agrupadas en la ARD se reunieron para rechazar lo que varios interpretaron como un ataque de los políticos contra la independencia informativa. El director general de la WDR, un pequeño monstruo del periodismo televisivo alemán, Friedrich Nowottny, se lanzó como una fiera en defensa (le la libertad de información y aseguró que era eso lo que estaba en juego.

Los socialdemócratas (SPD) parecen haber encontrado un filón en los ataques de Kohl. Le acusan de querer hundir o al menos perjudicar a la televisión pública en favor de las privadas, en especial a las del Grupo Kirch. El dueño de este consorcio, el zar de la televisión privada alemana Leo Kirch, está considerado como un estrecho amigo de Kohl quien, a su vez, distingue a la cadena SAT 1 con entrevistas en exclusiva.

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