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Comienza en Lyon el juicio a la Francia corrupta de los 80

Enric González

Para los franceses, que como otros europeos siguen purgando el empacho de dinero fácil y caras bonitas de la pasada década, no hay juicio más representativo que el iniciado ayer en Lyón. El compadreo entre política, finanzas y medios de comunicación está encamado por tres figuras estelares: Michel Noir, ex ministro de Comercio Exterior y alcalde de Lyón; Pierre Botton, ex millonario y yerno de Noir, y Patrick Poivre d'Arvor, PPDA, el más popular periodista de la televisión. Bajo acusaciones, de robo, fraude y complicidad, la Francia de los años ochenta, representada por 12 acusados, se sienta en el banquíllo.El gran protagonista del proceso, que durará tres semanas, es Pierre Botton, un hombre que saqueó el capital de sus propias empresas (y el de accionistas y empleados) y regó con oro un huerto de políticos y periodistas, con el objetivo de convertirse en magnate a la sombra del poder. Está acusado de robo y fraude, como su colaborador Charles Giscard d'Estaing, sobrino del ex presidente de la República.

Sobre los demás pesa el cargo de complicidad.

Botton era un hombre joven, 32 años, rápidamente enriquecido con negocios de medicina, farmacia y comunicaciones, cuando en 1983 conoció a Michel Noir, un político conserva dor con trazas de futuro presidenciable. Lo de Botton y Noir fue un flechazo, lubricado con los regalos del primero al segundo: trajes italianos, cruceros de lujo, escapadas caribeñas y fiestas venecianas. Cuatro años después, la relación se hizo aún más estrecha: Botton se casó con An -ne-Valérie, la hija de Noir.

En 1988, con la reelección de François Mitterrand y el fin de la cohabitación, cayó el Gobierno conservador y el ex ministro se volcó sobre las elecciones municipales de Lyón. A su lado, con la billetera siempre abierta, estaba Botton: sede electoral, secretarias, coches, chóferes, vestimenta, cursillos de comunicación, carteles de propaganda, fiestas con la Prensa, todo fue sufragado por el empresario. Noir fue elegido alcalde.

Sólo unos días después de la investidura, suegro y yerno rompieron. Las versiones de la ruptura difieren según el narrador. Michel Noir explica que Pierre Botton exigió una recompensa por sus generosas donaciones: un 2% de todas las contrataciones públicas del Ayuntamiento de Lyón. Noir se negó, de acuerdo con su versión. Botton lo explica de otra manera: lo que pidió fue exclusivamente su dinero, el que le había prestado a Noir. Un total de 1,8 millones de francos, más de 40 millones de pesetas, según consta en un reconocimiento de deuda firmado por el propio Noir. El alcalde de Lyón explica que se le extrajo esa firma con la amenaza de no ver nunca más a su hija mayor. El caso es que no ha vuelto a verla: Anne-Valérie está de parte de su marido y contra su padre.

Mientras suegro y yerno aún eran amigos, Botton había estado cultivando la gratitud de decenas de periodistas para facilitar el ascenso de Noir. En el sumario aparecen muchos nombres, pero sólo uno como acusado: Patrick Poivre d'Arvor, PPDA, presentador del informativo nocturno de TF1 y figura del periodismo francés.

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PPDA es un hombre polémico. Una de sus exclusivas más célebres la consiguió, montando fragmentos de una rueda de prensa de Fidel Castro de modo que pareciera una entrevista personal. Como tal se emitió. El presentador recibió de Botton estancias en hoteles de lujo, comidas y pasajes en avión privado por un total de 949.000 francos, más de 20 millones de pesetas. Sus abogados alegan que PPDA, ignorante del origen de los reg4los, hizo lo mismo que otros periodistas, y que se le ha convertido en chivo expiatorio a causa de su celebridad. PPDA se enfrenta al proceso con la simpatía de millones de franceses: hace dos semanas se suicidó, en plena adolescencia, su hija Solenn, sin que él faltara una sola noche a su cita con los telespectadores.

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