Liberalismo
Al conocer las preocupaciones preelectorales de algunos liberales, como, por ejemplo, José María Cuevas ("... se aplazarán las decisiones económicas y sociales hasta que pasen los comicios y sobre todo las decisiones más impopulares, que suelen ser casi siempre las más necesarias", Diario 16, 1-1V-93) o Pedro Schwartz ("Aun más importante será que sepamos los votantes si los 'populares' se atreverán a tomar medidas impopulares aunque necesarias, una vez instalados en el gobierno, especialmente en el campo presupuestario y económico", El País, 28-I-95), uno se extraña de que tal clarividencia sobre la inevitable concomitancia de lo necesario con lo impopular no les lleve a la inmediata conclusión de que el mayor enemigo del mercado, y, por lo tanto de la prosperidad de las naciones, es el sufragio universal.
(Para Savater) Lo que uno más teme del universalismo político no es su efecto en la amistad, sino en la enemistad: la amenaza de radicalizar -al elevarlo "a escala planetaria", como diría un periodista- precisamente lo mismo que reprocha a los nacionalismos: la identificación de "extraño" y "enemigo". Cuando esa nueva y única pertenencia abstracta de la universalidad llegase, como es muy de temer, a constituirse en criterio excluyente de lo humano, la condición de extraño podría absolutizarse hasta el extremo de considerar "no humanos" a quienes no se integrasen en su Città del Sole.
(Figura de esperanza) Cuanto más se vacía de existencias la almoneda de esta gran liquidación más tardan en venderse aquellas últimas, desportilladas baratijas, casi invisibles en la sombra polvorienta de lo más hondo de los anaqueles.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.