El Ejército mexicano entra en la selva de Chiapas en busca de los jefes zapatistas
El presidente Zedillo quita la máscara al subcomandante Marcos. La oposición critica la decisión de Zedillo y afirma que rompe cualquier vía de diálogo
"Ya era hora. Ahorita estamos esperando a que les den a los zapatistas unos buenos palos en la cabeza, para que no puedan reaccionar". El gerente de un banco de San Cristóbal de las Casas supura deseos de venganza. No le basta con que el Gobierno mexicano haya identificado y ordenado detener al subcomandante Marcos, el hasta ahora encapuchado líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Quiere, además, el aplastamiento militar de la guerrilla que desde Chiapas ha hecho temblar los cimientos del sistema mexicano. Ayer mismo, los helicópteros de la Fuerza Aérea aterrizaban en Guadalupe Tepeyac, el corazón zapatista en la selva Lacandona.
Horas antes, los soldados tomaban control de San Andrés Larraínzar y Simojovel, dos importantes reductos del EZLN en la región de Los Altos. Hay también movimientos de tropas en Ocosingo y Las Margaritas, donde el Ejército impide el paso hacia el interior de la selva. Las poblaciones ocupadas, según comunicados militares, están desiertas¡ Los convoyes de vehículos blindados avanzan despacio. El EZLN decretó por radio la "alerta roja" en la, zona bajo su control y anunció que había minado los accesos y que preparaba la resistencia. El desequilibrio de fuerzas, sin embargo, es enorme. La guerrilla se encuentra prácticamente sitiada y con escasas posibilidades de reacción frente a unas tropas más numerosas y mucho mejor armadas.
La población chiapaneca contiene el aliento. San Cristóbal de las Casas, ciudad colonial tomada por la guerrilla durante su levantamiento el 1 de enero de 1994, amaneció ayer bajo control militar. Dos camiones repletos de soldados han ocupado la plaza y convoyes de blindados patrullan las calles. La sociedad criolla saborea ahora las mieles de la revancha que el presidente de la República, Ernesto Zedillo, ha puesto en sus labios al abandonar su política negociadora en el conflicto de este depauperado Estado del sur de México. Sienten que han ganado. De un día para otro, el EZLN ya no es un movimiento indígena, sino un grupo terrorista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.