"En Madrid, a pesar del invierno, me siento como en casa"
La primera bailarina cubana Rosario Suárez, de 41 años, que pidió asilo político en Madrid el pasado mes de septiembre, finalmente se quedará en España. La Comunidad de Madrid, sensibilizada ante el caso de esta famosa y excelente artista y motivada por la urgencia de prestar atención a la crisis que vive el ballet clásico en toda España, decidió, firmar un convenio con la Real Escuela Profesional de Danza (el antiguo Conservatorio) para que Suárez pudiera quedarse en Madrid.
Pregunta. ¿Mucho frío en Madrid?
Respuesta. Muchísimo, sobre todo para los que somos del trópico. Pero para mí no es nada nuevo. Desde que era una adolescente comencé a hacer giras por todo el mundo en invierno, con nieve y sin ella. Madrid tendría un invierno más bonito si nevara de vez en cuando.
P. ¿Cómo ve a los bailarines españoles?
R. Los hay buenísimos. El español tiene dotes naturales para bailar, para controlar el oído y el ritmo, en eso se parecen a los cubanos. Entre los estudiantes hay de todo, pero se encuentra talento, esa chispa en algún pequeño que te dice que allí, en ese cuerpecito sin terminar de hacer, hay un artista.
P. ¿Madrid la mata, como dice el dicho antiguo de la movida madrileña?
R. En Madrid estoy como en casa. Siempre pensé que no me iba a adaptar a vivir fuera de mi isla, pero, al fin y al cabo, el hombre es un animal de costumbres, y Madrid tiene cielos muy azules, lo que es de agradecer todas las mañanas, además de la lengua, el humor, la gente.
P. ¿Lavapiés le gusta?
R. Cuando les decía a algunas personas que vivía en Lavapiés fruncían el entrecejo, y yo no entendía al principio muy bien por qué; sin embargo, este barrio me gusta, tiene y conserva una escala amigable, humana. No me importa que una casa esté despintada si cuando paso la vecina me sonríe y me dice "buenos días, chata".
P. ¿Qué acogida ha tenido en la Real Escuela y por los profesionales?
R. Inmejorable, y esto no es galantería hipócrita. Desde Nacho Duato, que ha sido gentilísimo conmigo, hasta la directora de la escuela y los maestros, pasando por los bailarines. Recientemente bailé con Ricardo Franco, de la Compañía Nacional de Danza, y recuperé la sensación de tener al lado no sólo a alguien con quien bailas, sino un amigo.
P. La comida madrileña engorda, y eso para una bailarina es fatal.
R. No más que la cubana, eso se lo puedo asegurar. Pero la tierra también da frutas y verduras, las mejores aliadas de la línea física.
P. ¿Sabe lo que es un chotis?
R. Sí, pero eso no se puede bailar con puntas, que es lo mío.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.