Pasión por la Ientitud
Medio centenar de amantes del '600' se reúnen cada mes para compartir su afición
Pedro Sebastián, un funcionario madrileño de 36 años, y Luis Delestal, propietario de un taller de chapa en la capital, no se conocían hasta que el azar llevó el pasado año a Pedro a reparar en el garaje de Luis una de las cosas que más aprecia en este mundo: el más viejo de sus tres Seat 600. Lo suyo fue un amor (por los coches viejos) a primera vista. En el taller, uno de los pocos donde es posible aún encontrar piezas usadas de recambio de aquel primer coche de éxito de la Seat, Pedro y Luis impulsaron la idea: un club de aficionados a la lentitud: "No entendíamos cómo el coche en el que aprendimos a conducir una generación de españoles, una joya tan emblemática como un Jaguar o el escarabajo, no tuviese un club en Madrid", cuenta Pedro. Desde que pusieron en marcha la idea, en julio de 1994, han censado casi a 100 entusiastas de este vehículo, que dejó de fabricarse el verano de 1973.Después de 22 años, todavía se ven muchos circulando, y la idea de Luis y de Pedro es poner en contacto a todos ellos para que se apunten a las excursiones que hacen todos los primeros domingos de cada mes. Andan cargados con panfletos con la dirección del club que instalan en los parabrisas del seiscientos que, muy de vez en vez, localizan por la ciudad.
Para asistir a las concentraciones sólo hay que cumplir dos requisitos: llevar el depósito lleno y no tener la más mínima prisa por llegar (incluso con el pedal a fondo, muchos de ellos no llegan a los 90 kilómetros a la hora).
A la excursión de ayer, que salió del paseo de Camoens, en el barrio de Rosales de Madrid, para acabar en el pueblo abulense de las Navas del Marqués, tras recorrer 100 kilómetros, acudieron más de 30 coches. Desde el clásico más clásico hasta auténticas joyas de diseño. El de Jesús es uno de los primeros. "Forma parte de la historia familiar. Lo han tenido mi padre y mis hermanos, y ahora lo tengo yo", afirma con la sonrisa triunfal del que se sabe poseedor de una Joya. "Además, es comodísimo, con unos asientos reclinables que son una gozada", concluye con sonrisa picarona. Su coche es de un azul palidísimo, con una tapicería a cuadros de fundas de guitarra de colegial. Otros seiscientos, por el contrario, sorprenden por su agresiva modernidad. Sobre todo uno, pintado en dos tonalidades (verde metalizado por arriba y de un naranja fuego por abajo) y con llantas de aleación y techo corredizo.
La excursión de ayer sólo dejó a un viajero en el punto de partida. Natalio Horcajo, de 80 años, se acercó con su veterano automóvil tan sólo para chequear a los componentes del club. Acabó formalizando su inscripción. "La próxima excursión, que es a Pedraza, no me la pierdo. ¡Y conduciendo yo!", afirmaba entre risas.
"Nuestro sueño", se despiden Luis y Pedro, "es organizar una gran concentración en Madrid, en un sitio como la plaza Mayor o la Puerta del Sol, y que acuda gente de toda España para homenajear a otra de las joyas de nuestro patrimonio nacional. Lo ideal sería reunir por lo menos 600 seiscientos".
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