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Los fieles abarrotan la iglesia del párroco acusado de pagar a una prostituta con dinero falso

Vicente González Olaya

Don Manuel no ofició ayer en su parroquia de la Visitación de Las Rozas (44.250 habitantes), pero su imagen sonriente permaneció en la mente de los feligreses que abarrotaron al mediodía la iglesia roceña. Al tiempo, el teléfono de la sacristía sonaba sin cesar con llamadas de apoyo. "Por supuesto, nosotros tampoco lo Creemos. Recemos por él. Gracias. Se lo diremos", repetía una 37 otra vez la voz que cogía el aparato. La noticia de que una prostituta había denunciado al párroco por el presunto pago de sus servicios con dinero falso estaba en boca de todos.

Manuel Martín de Nicolás, sacerdote de 48 años, logró notoriedad el año Las pasado al instalar el primer teléfono 906 de contenidos evangélicos con el fin de recabar fondos con los que terminar las obras de su parroquia. Posteriormente, puso en marcha diversas iniciativas económicas, sociales y eclesiales que destacaron por su originalidad: un karaoke para seguir los cantos de la misa, la venta simbólica de ladrillos de su iglesia, un concurso para elegir el logotipo parroquial, cursos de ensenanza a los deficientes físicos, una guardería infantil abierta, en horario de misas, cursillos para jóvenes empresarios... Todos los medios de comunicación siguieron siempre con interés las originales iniciativas de este párroco. El viernes, el párroco del 906, como se le conoce popularmente, se convirtió otra vez en noticia; en este caso de sucesos. Una información de la agencia Stonepress indicaba que, el pasado día 5 de diciembre, la prostituta Mónica C. C. denunció a la Policía Municipal que el párroco le había pagado con dinero falso en el paseo de los Plátanos de la Casa de Campo. La mujer, al darse cuenta del engaño, avisó a los agentes. El supuesto cliente, que fue interrogado, explicó que llevaba los billetes falsos para gastar una broma a un amigo y que se equivocó al sacarlos del bolsillo de la americana.

"Es mentira. Pondría la mano en el fuego por don Manuel. ¿Por qué quieren hacerle daño?", clamaba Javier, 20 años. "El párroco levantó esta iglesia con sus manos. Es un hombre bueno que sólo reparte cariño. La mujer esa le acusa para hacerle daño", explicaba otro feligrés.

Normalidad en la iglesia

Don Javier, el otro sacerdote de la parroquia, no deseaba hacer declaraciones: "Estamos tristes. Compréndalo. El párroco no está aquí. Se ha tomado el fin de semana de descanso. Escriba que todo sigue su rumbo. Que todo es normal".

A las doce y media comenzó la misa dominical. El sacerdote que la ofició no hizo ninguna referencia a los hechos de los que se acusa a Manuel Martín. Los feligreses tampoco parecían esperar ninguna explicación. La misa terminó como todos los domingos.

Milagros Alonso, una cantante profesional que desde hace tres años cruza Madrid para cantar en el coro parroquial de Las Rozas, se retrasó para departir con algunos vecinos. La mujer comentaba: "El párroco es todo honradez y en trega a los demás. En esta parroquia se imparte en cursos de jardinería para deficientes psíquicos. Ayuda a todo el que puede. Nunca le falta una mano para el que lo necesita. No puede ser él; es imposible. Escuche, don Manuel lo da todo por los demás, lleva la misma chaqueta desde hace años. Es una persona alegre y honrada. No creo la historia que cuentan de él. No puede ser cierta. Pero, si lo fuera, ¿qué cambia eso?

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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