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Historia de la lucha por la paz

"Paz ahora y para siempre". Día 18 de marzo de 1989. Fue la mayor manifestación de la historia vasca -200.000 personas-, sólo comparable a las concentraciones unitarias en favor de la amnistía política tras la caída del dictador. Fue un clamor para forjar una paz sin vencedores ni vencidos, señaló el lehendakari José Antonio Ardanza. El presidente vasco estaba convencido de que ETA y su proyección política (HB y KAS) iban a tomar nota. "Nos van a oír, y estoy seguro de que nos van a escuchar", decía entonces. Días antes, todos los partidos políticos coincidían al apuntar en el Parlamento vasco -al que entonces no acudía HB- que Euskadi estaba "a las puertas de la paz". Seis años después aquella manifestación multitudinaria, de aquel clamor contra la violencia, la ciudadanía vasca ha inundado de nuevo las calles de Bilbao. El mismo escenario con un decorado completamente renovado.El Acuerdo para la Normalización y Pacificación del País Vasco, firmado en enero de 1988, supuso el punto de no retorno en la estrategia unitaria contra ETA. Justo un año después, los fundadores de Gesto por la Paz algunos de ellos convertidos ahora en dirigentes de coaliciones políticas, como Javier Madrazo- sacaban a la calle a 5.000 personas en su primera manifestación contra la violencia. Desde entonces, la marea de la paz no ha dejado de crecer.

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La actitud tibia de los partidos nacionalistas, la famosa ambigüedad calculada, dio paso a una lucha contumaz contra la organización terrorista. Pero el paso definitivo lo dio el conjunto de la sociedad vasca. Azuzados por la labor de zapa de movimientos pacifistas como Gesto por la Paz, muchas personas entendieron que todos y todas eran protagonistas de la paz. Que la violencia no era patrimonio de los políticos y del Gobierno. Que la frase "algo habrá hecho" no podía explicar ya cada atentado de ETA.

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Las 5.000 personas de la primera manifestación de Gesto por la Paz se convirtieron en decenas de miles el 1 de febrero de 1992. "La paz está al alcance de la mano", repetía Ardanza, mientras seguían agujereando la paloma de la paz. El 31 de enero de 1993, 150.000 personas, según la coordinadora pacifista, salían a las calles de la capital vizcaína. El mismo clamor, la misma respuesta. Ese año quedará grabado en la historia gracias a la reacción de la población vasca contra el secuestro por ETA de Julio Iglesias Zamora. La foto fija la dio el lazo azul que se colocaron en la solapa desde el entonces presidente de Estados Unidos, George Bush, hasta miles de vascos y vascas.

Los gestos se han multiplicado. La actividad mortífera de ETA está a la baja, pero sus dirigentes políticos y militares, encerrados en una campaña de cristal, siguen mirando a otro lado y hablan de soluciones políticas, de acumular fuerzas, de poner cadáveres encima de la mesa: policías, militares, narcos, políticos, periodistas...

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