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El jugador franquicia

Santiago Segurola

Madrid

En el año 2007, Julen Guerrero tendrá 33 anos y cumplirá sus bodas de plata con el Athletic. Llegó a Lezama con ocho años, procedente de Portugalete, donde se respeta escrupulosamente la primera ley del fútbol: el talento se entroniza en el barrio entre la polución y el lodo.

Nadie se confundió con él. Era el mejor cada año y en cada categoría. En realidad, Guerrero siempre fue dos años por delante de su edad, sometido al vértigo de sus goles y una trayectoria imparable. Parece que ha pasado un siglo desde su presentación en el equipo nacional (enero de 1993 frente a México): acababa de cumplir 19 años. Era un juvenil. Siempre ha ocurrido así en su carrera, tan frenética que nos ha hecho perder la perspectiva. Como siempre es noticia, Guerrero parece que está en Primera División desde hace 10 años. Pues bien, tiene 21 años.

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El Athletic renueva a Guerrero hasta el 2007

El Athletic ha actuado a la americana con su estrella. En Estados Unidos, a futbolistas como Guerrero se les llama jugadores franquicia, gente sobre la que se construye el futuro de un equipo. En 1980, el Lakers extendió un contrato de 25 años a un base de 20 años. Se llamaba Magic Johnson. El contrato ofrecía varios perfiles: era una prueba de máxima confianza en el talento del jugador, tenía un carácter disuasorio para los otros clubes y respetaba la voluntad de los aficionados.

Las tres lecturas sirven para analizar la prórroga de Guerrero. Ahora mismo, Guerrero es el Athletic, y casi viceversa. Los beneficios que rinde el jugador traspasan el orden deportivo. Sobre sus condiciones como jugador hay pocas dudas: ha marcado más de 50 goles en las competiciones oficiales y cada temporada se abastece con mas recursos. Sabía jugar y sabía golear. Ahora quiere mandar. Es un ganador, no lo duden.

Pero su influencia va más lejos de lo previsto en los buenos futbolistas. Resulta que Guerrero es la primera bandera de la revolución que disfruta el fútbol español. Es un ídolo con efectos contagiantes, la estrella juvenil que provoca el entusiasmo y el mimetismo de la muchachada. De eso también se beneficia el Athletic, incluso en términos cuantificables. San Mamés se llena por ver a Guerrero, Lezama se empapa de niños que sueñan con Guerrero y la bandera rojiblanca asoma en los lugares más imprevistos de España. Todo por Guerrero.

Su verdadera asignatura es conducir al Athletic más allá del terreno familiar que se asigna el club cada temporada. Tarde o. temprano, Guerrero exigirá un gran título. Lo requiere su condición de ganador. La empresa se antoja complicada para un equipo con historia, pero con recursos limitados. En cualquier, caso, la única posibilidad del Athletic con el futuro pasa por Guerrero. Alrededor de él, se puede soñar con un equipo campeón; sin él, sólo queda la resignación y la mediocridad.

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