Las diferencias del elefante y la jirafa

El elefante y la jirafa son diferentes, pero uno no es mejor ni peor que el otro. Más o menos eso venía a contarles ayer el payaso Potxolo a cien niños de 3 a 7 años de los colegios del barrio de Embajadores (Centro), donde de un 20% al 30% del alumnado son hijos de trabajadores inmigrantes del Tercer Mundo. Era la fiesta "de los diferentes pero iguales", organizada por los servicios sociales municipales para, fomentar la convivencia intercultural en estos centros.En realidad, a estos chavales tan pequeños las palabras tolerancia o xenofobia no les dicen demasiado. Pero cada día se dan cuenta de que entre los compañeros de clase hay peculiaridades. Por ejemplo, ven que Tamara es muy morena y lleva seis trenzas en lugar de dos y también han oído que en casa de Reduan prefieren comer cuscús que cocido. Por no hablar de cuando el pequeño Ding comenzó a expresarse en una lengua desconocida.

Después de varios bailes y juegos, quizá las mentes infantiles. lograron captar el mensaje del payaso, pero en cuanto tuvieron un globo en las manos su principal interés fue lanzarlo al aire, recogerlo, lanzarlo sobre la cabeza de otro niño, recogerlo y seguir jugando con él hasta hacerlo explotar.

En realidad, la fiestecilla, que se repetirá hoy y mañana en el Centro Cultural de la Puerta de Toledo con otros escolares, es la parte pinturera de un programa de acción social con familias inmigrantes llegadas a este castizo barrio.

El objetivo del plan, iniciado en noviembre, es atender los problemas de algunas de estas familias magrebíes, latinoamericanas y asiáticas. Algunas precisan becas de comedor; otras, una plaza en una guardería. La dificultad estriba en llegar a quienes sufren una situación peor, ya que, a veces, no saben a dónde dirigirse en busca de apoyo o temen acudir a una institución. debido a su inseguridad legal.