Los budistas boicotean el último acto del Papa
El boicoteo de los líderes budistas de Srí Lanka -la religión mayoritaria de la isla- empañó ayer el último día de la fatigosa gira de 33.415 kilómetros de Juan Pablo II durante 11 días por Asia y el Pacífico. Los líderes budistas rechazaron la invitación a un encuentro interreligioso con el que se inició la última jornada del viaje, que incluyó Filipinas, Papúa Nueva Gui nea y Australia. Los budistas protestaron por las aformaciones de Wojtyla sobre esa religión en su libro Cruzando el umbral de la Esperanza. 15.000 policías fueron movilizados para garantizar la seguridad papal.
El reconocimiento al budismo que hizo Juan Pablo II el viernes por la tarde al aterrizar en Colombo -"Deseo que mi visita sea considerada como una señal de mi profunda consideración a los fieles del budismo", dijo tras las 10 horas de vuelo desde Sidney- no modificó la opinión de los líderes budistas. Estos esperaban una disculpa oficial de Karol Wojtyla de u afirmación: "El budismo, en gran medida, es un sistema ateo" contenida en Cruzando el umbral de la Esperanza. Fuentes del Vaticano aseguraron que el Papa no tenía que disculparse. por tales afirmaciones porque en ellas no se insulta al budismo.Las visitas papales no sufrían un boicoteo de esta naturaleza desde 1982. En esa fecha, los musulmanes del norte de Nigeria no asistieron a un encuentro pactado previamente con el Pontífice.
Al encuentro interreligioso de ayer en Colombo sí asistieron seis líderes musulmanes y seis hindúes. Juan Pablo II les trasladó su preocupación por el conflicto étnico en. la isla del sur de Asia, de 18 millones de habitantes. Desde hace 12 años, Sri Lanka mantiene un conflicto armado con la guerrilla tamil al norte del país.
Juan Pablo II abandonó ayer tarde Sri Lanka rumbo a Roma. Fue trasladado desde Colombo hasta el aeropuerto (a 32 kilómetros) en helicóptero mientras que a su llegada a la capital cingalesa realizó ese mismo trayecto en un papamóvil sin aire acondicionado pese al calor. Una fuente del Vaticano aseguró que el vehículo "parecía un horno microoondas". Wojtyla fue aclamado por sonrientes seguidores que agitaban la bandera vaticana a lo largo de los 32 kilómetros de trayecto.
Tras el encuentro interreligioso, Juan Pablo II celebró una misa multitudinaria en la que beatificó al misionero portugués José Baz (1651-1711) y subrayó que, en vísperas del tercer milenio, la Iglesia necesita una nueva evangelización. José Baz nació en el enclave portugués de Goa de padres portugueses. Ingresé en la orden de los filipenses y se trasladó a la isla de Ceilán, bajo dominio entonces de los calvinistas holandeses, donde en aquellos años no había sacerdotes católicos. El rey budista de Kandy le hizo prisionero pero a su favor obró el que lloviese tras una gran sequía y después de que él rezara en petición de agua cuando las plegarias de los budistas no lograban cambiar la meteorología.
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