La caja de Pandora
A casi veinte años del advenimiento de la democracia en España, resulta deprimente comprobar que ésta ha producido, además de las conquistas obvias del sistema, la apertura de una especie de caja de Pandora de la que emergen sin cesar numerosos elementos de irracionalidad cuya característica parece una labor contra natura, ya que intentan destruir al propio medio que les dio vida.Cabe pensar que muchos de estos elementos no tienen en sí mismos una raíz perversa, sino que más bien serían el resultado de la escasa cultura política y cívica de nuestro pueblo, lo cual explicaría en buena medida la renuencia de la ciudadanía española a asumir las responsabilidades inherentes a un sistema participativo.
Aceptando dicha tesis se logra entender mejor a nuestra vocinglera sociedad, siempre exigiendo prebendas y reivindicaciones, que al margen de su mayor o menor licitud, se colocan sistemáticamente por encima de las obligaciones y deberes comunitarios.
Pero todo esto, con ser muy perturbador, quizá no sea el peor mal que nos aqueja. A mi modo de ver, considero más grave que los problemas económicos, o incluso ecológicos, el progresivo envilecimiento moral de nuestra sociedad derivado de una labor disolvente de los medios informativos, los cuales (salvo honrosas excepciones) han adoptado una de las líneas más sensacionalistas y amarillas de cuantas se puedan encontrar en los países de nuestro entorno.
Explotando cínicamente esa subcultura histórica del pueblo español que propende a dar mayor crédito a los estrambotes de Alonso Quijano que a las templadas razones de Sancho Panza, este seudoperiodismo ha rebajado la presunta seriedad de una profesión honorable a la dudosa credibilidad de un, pintoresco retablo de ciegos.
El gran hermano de Orwell ya ha llegado, pero no es el temido Estado tulelar, sino el poderoso tótem de la información.
Cuando ya todo el país se haya diluido en una mezcla apestosa de zafiedad, hipocresía e inmundicia moral, y se esfume por el sumidero del retrete, los profetas de esta apocalipsis de cartón tirarán de la cadena y se irán a algún paraje hollywoodense a disfrutar de su merecido botín.-
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