La columna de Vicent

La primera columna que leo todos los domingos en EL PAÍS es la del escritor Manuel Vicent. Soy una seguidora entusiasta de dicho escritor; sus artículos, en medio de tantos periodistas cenizos, son para mi como una transfusión de sangre.Cuando mi hijo vivía en un país del Este yo recortaba la columna de Vicent y se la mandaba dentro de mi carta semanal. Él, a su vez, la fijaba en la puerta de la nevera para leerla de vez en cuando.

Corrientes, el artículo del 18 de diciembre de 1994, es una maravilla y un consuelo para el complejo género humano, pero hay un punto con el que no estoy de acuerdo. Cuando hace las comparaciones entre el bien y el mal dice: "Aunque me gustaría saber si hay más alpinistas que rockeros...". No hay duda que la imagen del alpinista, con sus gruesas botas y su pantalón de pana, luchando para alcanzar la cumbre, es más atractiva que la del rocker de brazos tatuados iluminado por los focos. Me pregunto, sin embargo, si esta clasificación no es un poco maniquea y simple. ¿Es que un rocker no puede tener un corazón de oro? Yo le aseguro que sí.-