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Realojadas las familias de Peña Grande afectadas por el incendio

Las familias están realojadas, pero los solitarios aún no. El incendio registrado el pasado 11 de octubre en el poblado chabolista magrebí de Peña Grande (Fuencarral) dejó en la calle a los habitantes de medio centenar de favelas. Las 38 familias con niños afectadas viven ya (todas menos una) en pisos de alquiler avalados y subvencionados en parte por el Ayuntamiento, la Comunidad y el Ministerio de Asuntos Sociales. Pero quedan por realojar una veintena de personas que vivían solas o con amigos.

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La recta final

Únicamente se ha aceptado en el programa a aquellos chabolistas incluidos en el censo de chamizos elaborado por las instituciones. En el asentamiento, que antes del incendio contaba con unas doscientas chabolas, hay ya una gran calva porque, una vez realojados los afectados por el incendio, la vigilancia policial ha impedido que se levanten nuevas casetas en la zona calcinada.El realojamiento de los solitarios no se retrasa por falta de pisos. Las 40 viviendas de alquiler que debían estar listas para finales de 1994 permanecen disponibles. Los problemas son de otro tipo.

Por un lado, según asegura la asociación Provivienda, en cargada de captar los pisos cuya renta subvencionarán luego las instituciones, es más difícil poner de acuerdo a cuatro personas independientes para compartir una casa que a una familia. "Si van a compartir piso entre cuatro quieren verlo antes todos y eso es difícil en estas fechas porque algunos están de vacaciones en Marruecos", explica Manuel Blanco, gerente de Provivienda.

Por otro, las administraciones han decidido que estos grupos de compañeros de piso no van a recibir las ayudas económicas que perciben las familias para pagar rentas medias de unas 65.000 pesetas mensuales. Algunos solteros ya se han salido del programa por discrepancias con esta medida.

Los pisos los busca Provivienda en el mercado libre. Las instituciones hacen de avalistas del contrato del alquiler y suscriben un seguro para el piso. La salvaguarda oficial ayuda a que los captadores de estas viviendas consigan precios más baratos. Para los casos más sangrantes, las administraciones aportan viviendas sociales.

De las 38 familias ya realojadas, 33 habitan en pisos alquilados y avalados con alguna subvención y cinco en pisos públicos propiedad del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid. Todas estas viviendas, la mayoría ya amuebladas, se encuentran en distritos periféricos como Latina, Hortaleza, Usera, Moratalaz o Carabanchel.

El sistema de realojamiento es el siguiente. Una comisión de trabajadores sociales del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid recibe todos los documentos de los chabolistas (permisos de trabajo y residencia, certificados de ingresos si los hay o informes de las entidades humanitarias que trabajan en el poblado). A partir de esos datos se estima cuánto dinero puede pagar cada familia de las 65.000 pesetas de alquiler mensual que cuesta como media cada piso. Si precisan ayuda para la renta, las administraciones se la conceden por un año.

Se intenta que cada unidad familiar o cada persona, en el caso de los pisos compartidos, no pague un alquiler superior al 30% o el 40% de sus ingresos totales. Existe, además, un apoyo social para cambiar a los niños de escuela y para dar de alta a los trasladados en sus nuevos ambulatorios.

Una vez que los solitarios estén ya realojados, el reto es desmantelar todo el poblado, que antes del incendio estaba formado por unos 207 chamizos. La desaparición de este núcleo de chabolas tiene dos propósitos: eliminar un centro de marginación y dejar libre el terreno para trazar un nuevo colector.

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