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El Compostela frena al Zaragoza

Los aragoneses caen en Santiago tras un intenso partido

J. L. E.La ley no escrita del fútbol suele dividir a los equipos en dos categorías: los que apuestan por él talento y los que lo hacen por la fuerza. En San Lázaro se encontraron dos genuinos representantes de cada estilo. Al final el músculo del Compostela acabó por imponerse, pero no lo hizo con un juego exclusivamente físico. Supo ganar a un equipo muy superior técnicamente con una sabia mezcla de sacrificio e inteligencia. La velocidad fue su principal argumento frente a un presunto aspirante al título que exhibió todas sus carencias.

El Zaragoza dio la impresión de seguir siendo un buen equipo al que le falta algo para llegar al escalón de los grandes. En partidos como el de ayer, plagado de dificultades desde el comienzo son en los que los equipos que aspiran al título suelen marcar diferencias.. El Zaragoza no, sólo no lo hizo, sino. que estuvo demasiados minutos a merced de un conjunto modesto al que le bastó mantener el orden para acabar imponiéndose. Sólo una picia de Tocornal dio emoción al resultado en el último tramo del partido. Sobre el campo el ganador había quedado claro muchos minutos antes.

El Zaragoza salió con ganas. Un gran tiro de Aragón que repelió magníficamente Iru fue su primera gran ocasión. Pero en el minuto siguiente Christensen empalmaba a la red el primer balón que tocaba. Ante esta adversidad el equipo de Víctor Fernández se quedó sia respuesta.

El Compostela aprovechó el momentáneo K.O. que suelen sufrir muchos equipos cuando encajan un gol. En 10 minutos electrizantes desarboló a la adelantada defensa rival con envíos largos y un fuerte presing en el medio campo. Fabiano, un jugador elegante pero que no escatima el esfuerzo, fabricó el segundo gol en una acción en la que Cedrún tuvo que enfrentarse en solitario a toda la delantera local. Sólo habían transcurrido 15 minutos y el partido estaba ya muy cuesta arriba para el Zaragoza.

El Compostela bajó el ritmo de su juego, hasta ese momento endiablado, y cedió la iniciativa. Poco a poco el Zaragoza fue recuperándose del impacto psicológico de los goles. Pardeza, en dos acciones de picardía, devolvía las esperanzas a su equipo. La emoción se mantuvo hasta el final e incluso, los maños llegaron a empatar, pero el árbitro anuló un gol muy dudoso.

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