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Una ciudad fantasma y en llamas

La noche, la niebla y el humo maloliente de numerosos fuegos han convertido Grozni en un fantasma. Apenas se ve a 100 metros ¿le distancia. El frío es intenso. A media tarde del lunes llueven bombas sobre las zonas residenciales. Explotan en grandes llamaradas. Hay momentos en los que caen siete u ocho por minuto. No hay casi nadie en las calles. De los 400.000 habitantes que había antes de la guerra, no quedan más de 100.000. La mayoría habita en los sótanos, protegiéndose de la muerte imprevista. No hay casi mujeres, niños o ancianos en Grozni. El 80% ha sido evacuado.Las huellas de los combates de las últimas horas son evidentes. Casas destruidas, edificios horadados por la metralla, ventanas arrancadas de cuajo por la fuerza expansiva. Y los muertos. Hay cadáveres por todas partes. Retorcidos, rotos, con el rictus de la sorpresa aún prendido en la cara, tumbados en un mar de cristales rotos. Hay carros de combate ennegrecidos, - abandonados como chatarra retorcida. El Defensor del Pueblo ruso, Sergei Kovaliov, quien se halla en Grozni desde el inicio de la ofensiva, junto a los defensores chechenos, y que ha vuelto a exigir a Yeltsin que detenga la batalla, afirma que "los muertos de los dos lados se cuentan por centenares".

Los enfrentamientos más duros han tenido lugar en el centro, donde las tropas rusas tomaron el domingo varios puntos estratégicos, incluida la estación del ferrocarril. Los chechenos aún controlan parte de la ciudad. Los defensores de Grozni disparan desde cualquier ventana.

"¡Dios es grande!"

"¡Alá Akbar, Alá Akbar!' ("¡Dios es grande!"), gritaban el domingo unos soldados fieles al general rebelde Dzhojar Dudáiev, mientras corrían agazapados armados de lanzadores de granadas y rifles para sumarse a la batalla. Tres amigos de uno de los pueblos próximos a Grozni se han presentado, como otros muchos, en la capital, para defenderla. Piden a los periodistas que les lleven en su coche a la estación de autobuses. "Nos han dicho que allí dan armas", dice Suleimán, de 23 años. "Y si no, se las quitaremos a los rusos".

En otra zona de la ciudad, los chechenos. llevan a los informadores a visitar a un detenido. En una cama yace Nikolai, de 22 años. Está vendado en las manos y en la cabeza con cintas blancas manchadas de sangre. Gime de dolor. "Mire, le hemos dado galletas", señala uno de sus guardianes; "ahora le vamos a llevar al hospital". No hay datos seguros de soldados rusos capturados por los chechenos. Unos hablan de 20. Otros de 100. La Cruz Roja, que trabaja en Grozni, denuncia que las condiciones médicas son ya desesperadas, pues escasean los medicamentos necesarios para las curas de urgencia. Hay (los convoyes humanitarios de la Cruz Roja dispuestos a entrar en Grozni, cuando la situación militar lo permita.

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