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Los cañones de nieve 'disparan' la afluencia de visitantes al puerto de Navacerrada

Vicente González Olaya

La nieve artificial es sinónimo de maná en Navacerrada. Por ejemplo, entre los días 24, 25 y 26 de diciembre de 1992, las instalaciones del puerto fueron utilizadas por unos 1.000 esquiadores y 2.500 turistas. En 1993, en esas mismas fechas, la estación cerró por falta de nieve. Sólo acudieron unos 1.000 domingueros. Este año, el primero en el que funcionan los 58 cañones de nieve artificial que ha instalado la Comunidad, han pasado por Navacerrada 5.000 esquiadores y 10.000 visitantes en sólo tres días. Los empresarios del puerto apuntan: "Los cañones nos han salvado de la ruina".

La Comunidad de Madrid, gestora de estación de esquí Navacerrada a través de la sociedad Deporte y Montaña, ha encontrado una mina en la cima del puerto gracias a la instalación de los 58 cañones de nieve artificial. El pasado fin de semana (tres días), debido a la afluencia masiva de visitantes que buscaban ávidos un lugar para esquiar, las arcas de la Comunidad recaudaron casi seis millones de pesetas con la venta de abonos y billetes para los remontes. En la temporada 9293, durante esa misma semana, sólo se ingresaron unos dos millones y medio de pesetas por este concepto. El año pasado, incluso, la Comunidad no recaudó ni una sola peseta, ya que las pistas no pudieron ser abiertas por la falta de nieve.La Comunidad de Madrid ha invertido en los últimos cuatro años cerca de 1.000 millones de pesetas en la instalación de los cañones y la puesta en marcha de dos nuevos remontes para esquiadores. Las máquinas zanjaron las laderas de los montes para introducir las canalizaciones de agua, energía eléctrica y aire que necesitan los ingenios para producir la nieve.

La estación de Navacerrada se ha convertido este año en un animado zoco. Cuenta con un mercadillo ilegal donde se vende de todo, familias que aprovechan el día para jugar con la nieve, grupos ecologistas que protestan por el supuesto daño ecológico que provocan los cañones y hasta esquiadores que intentan sortear las calvas existentes en las pistas.

Los cañones llevan dos días apagados porque los termómetros marcan por encima de los dos grados bajo cero, temperatura máxima a la que pueden funcionar. La aparición, en estos últimos días, de un fenónemo meteorológico llamado inversión térmica (el aire frío de las cumbres se desplaza a los valles y el caliente asciende a los picos) ha deshelado parte de la nieve almacenada en las laderas. Se han llegado a medir temperaturas de hasta siete grados sobre cero. Este fin de semana los esquiadores no podrán utilizar las pistas.

6.500 puestos de trabajo

Las instalaciones de Navacerrada dan trabajo directo a unas 500 personas e indirecto a 6.000. La mayoría de los pueblos de los alrededores viven del turismo que genera la estación. "Los cañones son el pulmón económico de toda la zona. Sin ellos, Navacerrada ya estaría muerta", explica Miguel Ángel Cantón, presidente de los empresarios del puerto de Navacerrada.

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Román, uno de los comerciantes que alquilan equipos de esquí en la estación, explica: "Tengo cerca de 1.600 esquíes, y el año pasado no alquilé ninguno. Las cosas han cambiado ahora radicalmente. Los cañones me han salvado de la ruina. Estamos alquilando los primeros equipos desde hace dos años. El esquí madrileño genera más de 30.000 millones de pesetas, y la escasez de nieve hacía que este dinero se marchase a otras comunidades".

"Yo creo que los cañones de nieve son buenos para todos. Los turistas ya pueden jugar con la nieve", argumenta Ángel Fernández, propietario de uno de los nueve puestos ilegales de venta de bocadillos de la estación. "La gente no sube a esquiar, sino a pasar el día. La mayoría son familias que vienen a tirarse bolas de nieve". Fernández añade: "Ahora nos quieren echar porque el negocio vuelve a resurgir. Hemos pasado años muy malos. A los dueños de los restaurantes les molesta que vendamos bocadillos a 300 pesetas cuando ellos los venden por el doble. No hay derecho". Los vendedores ambulantes reconocen carecer de permiso para vender alimentos, "pero con este frío es lo único que nos compran", dicen. Los ambulantes ofrecen, junto a los bocadillos de chorizo, cerámica toledana, huchas en forma (de cerdito, guantes de esquiar y muñecos de dinosaurios.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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