La antigua Asia Central sovietica mira al pasado
Las elecciones confirman en el poder en Uzbekistán a los antiguos comunistas
Uzbekistán, la república centroasiática más numerosa de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), celebró el pasado domingo sus primeras elecciones parlamentarias desde la desintegración de la URSS. Los comicios, aunque estuvieron lejos de ser democráticos, constituyeron un progreso en una zona dominada por regímenes autoritarios y preñada de conflictos patentes y latentes.Dos partidos -el Democrático, formado por los ex comunistas, y el del Progreso de la Patria (PPP), proempresarial-, además de candidatos presentados por los gobiernos provinciales compitieron por los 250 escaños del nuevo Parlamento. Las organizaciones de oposición -Erk y Birlik- no pudieron participar en estas elecciones, que según datos preliminares, ganaron los candidatos provinciales. El Partido Democrático (PD), del presidente Islam Karímov, obtendrá un 30% de los escaños, y el PPP, un 5%, pero como la aplastante mayoría de los candidatos provinciales pertenecen al PD, Karímov puede confiar en que Uzbekistán, con sus más de 20 millones de habitantes, seguirá siendo una de las repúblicas más estables de la región.
El otro país estable es Turkmenistán, el más rico de la zona en gas, que también celebró elecciones parlamentarias este mes. Como en los tiempos soviéticos, hubo tantos candidatos como escaños. También como en la época comunista, el culto a la personalidad florece y los 4,5 millones de habitantes de Turkmenistán incluso en sus oraciones deben alabar al presidente Saparmurad Niyázow. Al igual que en Uzbekistán, los miembros de la oposición son perseguidos incluso fuera de las fronteras de la república y encarcelados como delincuentes comunes.
Kirguizistán es probablemente la más democrática de las repúblicas centroasiáticas de la CEI. El presidente Askar Akáyev, en conflicto con el Parlamento que se resiste a las reformas económicas, celebró a principios de año un referéndum para poder seguir adelante con su programa y obtuvo el apoyo de la aplastante mayoría del electorado. A diferencia de lo que sucede en el vecino Kazajstán, Akáyev ha logrado evitar los conflictos interétnicos, especialmente con los rusos, que constituyen un 22% de los 4,5 millones de habitantes de la república. La voluntad reformista de Akáyev ha sido aplaudida en diversas ocasiones por Occidente -el presidente norteamericano Bill Clinton ha puesto a Kirguizistán como ejemplo a seguirpor los otros países de la ex URSS-, pero no le ha evitado una profunda crisis económica.
Kazajstán, la más poderosa de las repúblicas centroasiáticas de la CEI, vive una situación sumamente delicada debido a las tensiones entre los kazajos y los rusohablantes, que constituyen la aplastante mayoría de la población en las provincias limítrofes con Rusia. El norte del país está poblado principalmente por eslavos, y muchos políticos rusos impugnan la pertenecia histórica de estas tierras a Kazajstán. Las elecciones parlamentarias celebradas en marzo de este año fueron criticadas no sólo por los rusos, sino también por los occidentales. A pesar de ello, un 40% de los escaños está ocupado por rusohablantes.
El presidente kazajo, Nursultán Nazarbáyev, que ha propuesto incluso crear una confederación con Rusia, está decidido a continuar con las reformas económicas y ha logrado atraer importantes inversiones extranjeras, principalmente para explotar los yacimientos de petróleo, la principal riqueza de este país que tiene unos 17 millones de habitantes.
El país más inestable de la zona es Tayikistán, donde la oposición islámica ha mantenido una constante lucha armada desde que a fines de 1992 fue derrotada por los filocomunistas apoyados por Moscú. Emomalí Rajmónov, jefe del Parlamento que en noviembre ganó las elecciones presidenciales, se ha convertido en un dictador como Karímov y Niyázow, Mucho más sangriento y menos estable.
Mientras tanto, la ONU continúa sus esfuerzos mediadores para lograr un acuerdo entre el régimen de Rajmónov y la oposición tayika. La cuarta ronda de negociaciones entre las partes en conflicto ha sido postergada a enero y en ella se espera que Dushanbé acepte aplazar las elecciones parlamentarias planeadas para el 26 de febrero y aprobar una ley que permita la celebración de comicios democráticos con la participación de los numerosos refugiados -más de 800.000- que ha causado la guerra civil.
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