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La UCI prevé castigar a corredores por productos tomados con cinco años de antelación

Carlos Arribas

Un ciclista, Miguel Induráin, por ejemplo, puede ser castigado por tomar sustancias no prohibidas sin someterse a análisis -por simple confesión- o cinco años después de haberlas tomado. Absurdo, discriminatorio, antijuridico, anticonstitucional, antiético, grave... Los estamentos ciclistas convocados la semana pasada en Ginebra por la Unión Ciclista Internacional (UCI) para que conocieran el nuevo reglamento antidopaje, que entró en vigor el pasado 1 de noviembre, se quedan cortos de adjetivos para calificar la pieza legal por la que serán castigados durante las carreras. Se introducen los controles por sorpresa, que obligan a los corredores a comunicar permanenteitnente dónde se encuentran.

El nuevo reglamento, que sustituye al que entró en vigor en 1989, está inspirado directamente por el profesor alemán Manfred Donike, poseedor de un laboratorio privado en Colonia, y para cuya redacción no se ha consultado a ninguna de las partes afectadas.El dicho de las dos tazas de caldo -equipos, médicos y ciclistas abogaban por una reforma del anterior reglamento que delegara la responsabilidad en los propios deportistas y que dejara de ser meramente punitivo para empezar a preocuparse de la salud de los deportistas- parece que se ha aplicado a rajatabla, según los afectados consultados, que no ocultaron su intención de luchar contra él. Los médicos, a los que se hace responsables en bastantes casos, apelando al secreto profesional; los ciclistas, concienciándose y esperando a que se produzca lo que consideren primera injusticia flagrante; los equipos, defendiendo a sus corredores.

La normativa, encasquetada en 13 capítulos y 139 artículos, tiene como objetivo, según Hein Verbruggen, presidente de la UCI, "aportar al ciclismo un sentimiento de mayor justicia y transparencia", mirándose en el espejo del Comité Olímpico Internacional.

Las causas del malestar .El tercer frasco. Hasta ahora con la orina del corredor se rellenaban dos frascos, uno para el análisis y el otro para un posible contraanálisis si existiera un positivo. Con el nuevo reglamento la UCI se arroga el derecho a exigir un tercer frasco que pasaría directamente a uno de sus laboratorios durante cinco años para ser dedicado a dos objetivos: investigación científica y análisis con nuevas técnicas. Así, se podrá detectar un positivo años después de producirse y sancionarse con retroactividad al implicado.

Confesión voluntaria. Si hubiera estado en vigor entonces, Fuente, que hace un año confesó que él y muchos ciclistas de su generación se dopaban regularmente, habría sido desposeído de sus triunfos. Cualquier corredor que declare que se ha dopado con un margen de cinco años, aunque no diera positivo en el control, será castigado, incluso aunque la sustancia no hubiera estado prohibida en su época o posteriormente. O sea, a Pedro Delgado se le quitaría el Tour de 1988 por la probenecida.

Rigidez sancionadora. Dice el reglamento: "La exclusión debe ser efectiva en el plano deportivo. Debe ser ejecutada en el periodo de actividad normal del interesado. Con este fin, la suspensión puede ser repartida durante varios periodos del año". Hasta ahora, las suspensiones, normalmente de tres meses, eran efectivas en las fechas que decidiera el corredor, normalmente en invierno. La UCI puede dejar fuera de una carrera a un corredor aunque después se demuestre su inocencia.

Sospecha y responsabilidad de los médicos

Está la norma de las 72 horas, posiblemente la primera que causará un conflicto público. Según la UCI, los médicos de los equipos deberán detallar antes de cada prueba los productos farmacológicos que ha tomado cada uno de sus corredores durante las 72 horas anteriores. Esto choca con la noción de secreto profesional y los propios médicos advierten que podrían ser demandados por los corredores por airear que están enfermos. Una negativa de los médicos a comunicar los males de sus corredores traería consigo la eliminación del equipo de la carrera. Una confesión de lo que toman daría ventaja a los rivales, que conocerían las debilidades del enemigo, uno de los secretos mejor guardados: un catarro oculto es un arma.Ligado a este punto está el castigo por abuso de medicamentos. La UCI hizo público en Ginebra el análisis de la orina de un corredor en la que aparecían 31 sustancias permitidas. Esto le ha llevado a concluir que se produce un abuso general que deberá ser sancionado. Una suspensión que puede alcanzar a su médico, al igual que en casos de dopaje.

El maletín del médico, otro de los secretos proverbiales del pelotón, también entra a formar parte del clima de fiscalización: si durante una carrera se encuentra en poder de cualquier persona una sustancia dopante, aunque sea un jarabe para el catarro, será sancionada.

Más fiscalización aleatoria: los controles sorpresa. Los corredores deberán hacer saber dónde se hallan en cualquier momento para ser sometidos a controles sorpresa. Éstos no sólo se llevarán a cabo durante el periodo invernal de entrenamiento, sino que se pueden producir también las vísperas de las carreras e incluso los días de descanso de las grandes pruebas por etapas. Estos controles no se realizarán por sorteo: el sujeto será elegido por la UCI.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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