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FALLECE VICENTE ENRIQUE Y TARANCÓN

Muere el cardenal de la transición

El prelado, víctima de un cáncer de pulmón, será enterrado mañana en Madrid

La llama se apagó a las 5.36. El cardenal Vicente Enrique y Tarancón, cuya vida se extinguía poco a poco -"como una antorcha", en expresión del arzobispo Agustín García-Gasco-, falleció ayer en a clínica Casa de Salud, en Valencia, donde fue ingresado el pasado miércoles. Un cáncer de pulmón acabó con la vida le Tarancón a los 87 años. Su muerte desencadenó un rosario de visitas, al centro sanitario y una larga secuencia de expresiones de reconocimiento a un prelado que desempeñó un papel decisivo en la transición democrática y en la delimitación de terrenos entre la Iglesia y el Estado. Su cuerpo embalsamado será trasladado hoy a Madrid, donde se instalará la capilla ardiente y donde mañana será enterrado.

El desenlace se esperaba de un momento a otro desde que transcendió, el pasado fin de semana, el grave estado del cardenal. En sus últimas horas, como durante casi toda su vida, estuvo acompañado por su hermana Vicenta. También sus sobrinos y otros familiares, así como dos religiosas que le atendían en su residencia de Torre Anita, en Vila-real (Castellón), tras su jubilación, estuvieron en la clínica pendientes del enfermo. Un sobrino de Tarancón, del mismo nombre de pila que el cardenal, señaló que éste ha dejado escrito de su puño y letra. un testamento de carácter espiritual.Tras la muerte de Tarancón, la alcaldesa de Valencia, la popular Rita Barberá, llegó a primera hora de la mañana a la clínica para expresar su condolencia. Dos horas más tarde, el presidente de la Generalitat valenciana, el socialista Joan Lerma, acudió al hospital. Lerma incidió en que el "importante" papel "integrador" del cardenal no se cerró con su actuación en la transición, sino que siguió tras su jubilación. "Tarancón ha llevado adelante su talante democrático y conciliador. Un talante propio de un valenciano en una España muy dividida y que costó años reconciliar", explicó Lerma, en referencia al papel de Tarancón en los últimos años del franquismo y en los primeros balbuceos de la democracia, informa Santiago Belausteguigoitia.Telegramas de la Casa Real, del Vaticano y de la Presidencia del Gobierno llegaron al centro sanitario después de conocerse la noticia del fallecimiento, entre otras muchas muestras de condolencia de instituciones civiles y religiosas.A primera hora de la mañana de hoy, el arzobispo García-Gasco celebrará una misa, tras la que el cuerpo de Tarancón será trasladado a Madrid por carretera. El obispo auxiliar de Madrid, Luis Guitérrez, y otros miembros del cabildo acompañarán el cadáver, que llegará a la capital a última hora de la mañana. La capilla ardiente se instalará en la colegiata de San Isidro, donde el cuerpo de Tarancón será inhumado mañana por la tarde, como él mismo había dispuesto, entre las tumbas de los prelados Leopoldo Eijo y Garay y Casimiro Morcillo, éste último antecesor de Tarancón al frente de la diócesis madrileña. El funeral en Valencia se celebrará el lunes.En la localidad castellonense de Burriana, población natal del cardenal, y en Vila-real, donde ha residido en los últimos años, los ayuntamientos han decretado tres días de luto. Vecinos de ambas ciudades expresaban ayer su consternación. "Era una persona excelente, inteligente y bondadosa", aseguraba una mujer de Burriana, con las lágrimas en los ojos. "No sólo era inteligente, sino, además, muy recto. Hubiera sido un gran jefe del Estado", añadía otra vecina, informa Santiago Navarro.En Vila-real, tampoco escatimaban elogios. "Le conocí cuando era párroco de aquí. Sólo puedo decir cosas buenas de el", comentaba un hombre. Los alcaldes de Burriana y Vila-real, Juan Sanchordi y Enrique Ayet, respectiva Miente, coincidieron en ensalzar la personalidad del cardenal.

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