Los jueces de Milán investigan a Berlusconi por posible corrupción
"No dimito ni dimitiré mientras no haya un voto claro y explícito de desconfianza del Parlamento". Ésta fue la rotunda respuesta que Silvio Berlusconi, el jefe del Gobierno italiano, dio ayer a la crisis desatada por la apertura por parte de los jueces de Milán de una investigación por presunta corrupción a funcionario público. Los jueces han llamado a declarar a Berlusconi. De sus dos socios de Gobierno, uno, la Alianza Nacional, le ha dado su pleno apoyo. El otro, la Liga Norte, se limita a decir que lo prioritario es aprobar los presupuestos.
El escándalo sorprendió al jefe del Gobierno italiano y magnate de la industria y la comunicación cuando participaba en Nápoles en una conferencia de las Naciones Unidas sobre crimen organizado en la que precisamente se trataba de la corrupción de funcionarios como medio fundamental de expansión de las mafias.Los magistrados de Milán le han puesto en su punto de mira porque tres de sus empresas pagaron presuntamente unos diez millones de pesetas a la policía de Hacienda para evitar inspecciones fiscales.
Berlusconi parece decidido a librar a fondo la batalla contra la presión judicial a la que se ve sometido desde que accedió a la presidencia del Gobierno, el pasado abril. Anoche, en un mensaje a la nación que difundieron todos los canales de televisión del país, el primer ministro de Italia aseguró que no consentirá que el voto de los italianos sea traicionado por un "abuso e instrumentalización infame de la justicia penal". En resumen: acusa a los jueces, y no por primera vez, de hacer política, y no justicia.
Son horas amargas para Berlusconi. Tiene ante sí la amenaza de una huelga general por el re corte previsto de las pensiones. Las elecciones locales parciales celebradas el domingo muestran que está perdiendo apoyo popular. Y ahora los jueces quieren escucharle.
